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Hablamos w/ Raya Diplomática: la banda queer-punk del momento

Su primer EP —¡¿Qué pasa?! ¡¿Ya nadie quiere ser un hombre?!— irrumpe como un manifiesto queer-punk, híbrido e incendiario.

Hablamos w/ Raya Diplomática: la banda queer-punk del momento

A veces, lo verdaderamente transformador nace desde lo más elemental. “Somos cuatro amigas que queremos estar juntas y pasárnoslo bien”. Esa declaración, desarmante en su sencillez, encierra la semilla de una pequeña revolución: la de Raya Diplomática.

Formado por Álex de Lucas, Javier Calvo, Elena Rodríguez y Marco Frías, este cuarteto madrileño se articula más como un gesto afectivo que como una banda convencional. No hay estrategia de branding, no hay narrativa épica: hay necesidad. De juego, de comunidad, de gritar juntas. De habitar el ruido como trinchera y la risa como resistencia.

Su primer EP —¡¿Qué pasa?! ¡¿Ya nadie quiere ser un hombre?!— irrumpe como un manifiesto queer-punk, híbrido e incendiario. Cinco cortes que destilan inconsciencia lúdica, violencia dulce, bajos oscuros, guitarras frenéticas y una sensibilidad queer que no busca encajar, sino desbordar. Ska, balada, tecno y pop se cruzan sin pedir permiso. El resultado: un estallido sónico y emocional que opera como refugio, catarsis y territorio político.

Detrás del título provocador hay más que ironía o performance: hay cansancio, hay sátira, hay preguntas sin respuesta y cuerpos que no encajan en moldes obsoletos. Raya Diplomática se presenta como una respuesta vital y urgente, más cerca del rito colectivo que del producto musical.

HIGHXTAR (H) – Empecemos por el principio: ¿Cómo se gesta un proyecto como Raya Diplomática? ¿Desde qué urgencia nace?

RAYA DIPLOMÁTICA (RD) – Marco siempre decía que quería hacer un grupo así, Javi se subía en cada concierto de los Parrots a gritar alguna canción, Elena apareció en nuestra vida haciendo los videoclips de Stella Maris y Álex es un experimentado en la materia. Teníamos los ingredientes perfectos para hacer algo divertido.

Nace desde la necesidad de volver a traer voces queer-punk, de desgañitarse encima del escenario, de ser marica y violento. Como diría Karton de Vino en su canción «punkis maricones»: contra los macarras, violencia bujarra.

(H) – ¿Ya os conocíais de antes?

(RD) – Marco, Álex y Javi trabajaban juntos en La Llamada (en el teatro). Elena… aún no había nacido.

(H) – ¿Por qué decidisteis llamar al grupo así?

(RD) – Estuvimos sentados en el Chinchín debatiendo cómo llamarnos. Marco desde hacía tiempo que lo quería llamar Lejía. Él estaba obsesionado con que tuviera algún elemento químico corrosivo, Cloro era otra opción. Se planteó incluso llamarlo Sauna Paraíso o Pablo Mocos. Al final nos llegó la iluminación.

(H) – Acabáis de presentar vuestro primer EP. ¿Qué significa para vosotros ‘¡¿Qué pasa?! ¡¿Ya nadie quiere ser un hombre?!

(RD) – Es una primera toma de contacto como grupo. Nos lo hemos pasado muy bien grabándolo, sin mucha expectativa, haciendo lo que nos apetecía, sin pensar en cómo lo iba a recibir la gente. Digamos que es un EP inconsciente y suicida.

(H) – TODO ROSA suena a himno totalmente necesario. ¿Cuál fue la imagen, la rabia o la risa que dio pie a ese tema?

(RD) – Todo Rosa habla de cuando las cosas van aparentemente bien pero dentro sientes esa angustia que te arrastra. Madrid siempre ha sido el escenario de grupos como el nuestro. Como dijo Tierno Galván: el que no esté colocado que se coloque y al loro.

(H) – ¿Qué tiene Madrid que permite (o necesita) que grupos como el vuestro existan?

(RD) – Madrid acoge a la gente que deja su pueblo o ciudad natal para encontrar su sitio y una red de apoyo sólida en la que desarrollarse personalmente y en comunidad. En Madrid hemos tenido la suerte de encontrarnos nosotras al igual que muchas otras han encontrado las suyas.

(H) – La fiesta como territorio político: ¿por qué sigue siendo uno de los lenguajes más potentes de nuestra generación?

(RD) – Históricamente nuestra comunidad se ha juntado en clubes, bares, raves, cabarets…. Ha sido una manera de no sentirse solo, de encontrarse, desarrollarse, amar y pertenecer.

(H) – En la portada del EP hay 34 personas y una historia colectiva. ¿Cómo se construye comunidad sin diluirse en la multitud?

(RD) – Poniéndole nombre y cara a historias que son cruciales para que hoy seamos visibles.

(H) – ‘WANANI’ es una explosión queer que dialoga con una herida histórica en México. ¿Qué os conecta con ese episodio?

(RD) – Esta es una historia de hace más de 50 años en México pero podría ser una historia de hoy. WANANI nace del trabajo de investigación de Susana Vargas, que publicó el libro “MUJERCITOS”, una recopilación de artículos de prensa de los años 70 que habla de redadas y detenciones en clubes LGTBI. Es un libro impactante que nos motivo a escribir esta canción, que es una de nuestras favoritas.

(H) – ¿Qué papel juega la nostalgia en vuestra propuesta artística?

(RD) – Hay bastante, no lo vamos a negar. Hubo un momento en el que Eduardo Benavente estaba vivo y cantaba “Autosuficiencia”.

(H) – ¿Quiénes sois cuando bajáis del escenario? ¿Dónde termina el personaje y empieza la persona?

(RD) – Cuando nos bajamos del escenario Álex compone bandas sonoras, Elena lleva las dirección creativa de proyectos audiovisuales, Marco tiene otro grupo y trabaja en una cafetería y Javi es director y productor de cine. Encima del escenario somos cuatro desquiciadas que acaban exhaustas y felices después de cada show.

(H) – Si pudierais invitar a cenar a una sola de las personas que aparecen en vuestra portada, ¿quién sería y por qué?

(RD) – A Manolita Chen, una mujer que es una leyenda viva del colectivo. La primera mujer Trans en adoptar un hijo, tiene casas de acogida para menores LGTB en peligro de exclusión.

(H) – Si este EP fuese una película, ¿cuál sería?

(RD) – Hedwig and the angry inch.

(H) – Entre El Buen Hijo, Stella Maris, The Parrots, el cine… ¿quién sostiene el caos creativo de Raya Diplomática?

(RD) – A las 7 de la tarde cuando acabamos los trabajos nos juntamos a ensayar o componer. Es nuestra actividad extraescolar.

(H) – Festival y colaboración soñada.

(RD) – El Primavera Sound ha sido un sueño cumplido y nos gustaría hacer un tema con Cristina Rosenvinge.

(H) – ¿Cuál es el tema que más disfrutáis de tocar en directo?

(RD) – Sin duda, No me quiero morir. Pero también alguna de las nuevas como una que se llama “Nuevo orden espiritual”.

(H) – ¿Dónde podremos veros este verano?

(RD) – En los bares.

Raya Diplomática publica su primer EP y confirma lo que ya sospechábamos: el punk-pop estatal está vivo, es queer, y grita tu nombre.

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