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¿Ha explotado ya la burbuja de las microtendencias?

Durante el 2022 la moda ha estado sumida en una burbuja de microtendencias efímeras que parecen haber llegado a su fin.

A lo largo del último año, hemos estado sumergidos en una especie de océano infinito de microtendencias bautizadas a través del término “core”, que viraliza estéticas fugazmente en internet. Un sistema basado en algoritmos que florece de la era de TikTok, y que hace que todo esté de moda, cuando al final nada lo acaba estando.

En esta apología al “nothingcore” como concepto que podría definir el 2023, la creación de la identidad personal se posiciona en el núcleo. Y es que, este podría ser el año en el que todas esas tendencias se diluyesen, y explotase la burbuja de las microtendencias líquidas que parecen haber acabado con nuestro estilo personal, más allá de proyectar la divergencia dentro de los hábitos e ideales de consumo.

Esa sobreestimulación de estéticas, que van desde el normcore, hasta el gorpcore, el Y2K-core o christiancore, inundan nuestros feeds como si formasen parte de una reacción colectiva y subconsciente de nuestro FOMO ante la vida. Al final, cuando lo queremos experimentar todo, no estamos viviendo (o sintiendo) nada.

Mandy Lee, analista de moda y pronosticadora de tendencias, que opera en Tiktok a través del nickname @oldloserinbrooklyn, declaró a Hypebeast: «La moda moderna actual está plagada de trucos. Las mismas estrategias que la gente usa para intentar hacerse viral en TikTok, la moda las está usando para hacerse notar. Es realmente una locura ver cómo la moda se está moldeando para adaptarse a esta nueva forma en la que consumimos cosas.»

«NOTHINGCORE»

Lee vaticina así la llegada del “nothingcore”, como un estado en el que la sobreestimulación de estéticas hace que sea imposible identificarlas, y que implosione el ciclo de tendencias tal y como lo conocemos. Siguiendo ese pensamiento conectado al zeitgeist, del que también se ha hecho eco la misma cabecera, Dylan Kelly se pregunta asimismo si 2023 será el año del nothingcore. También hace un llamamiento a la acción para sus lectores para que ayuden a relentizar ese ciclo de las tendencias, e incluso hagan que desaparezca, por razones vinculantes como la sostenibilidad, la sobreproducción o el consumo excesivo impulsado por cadenas como SHEIN.

A colación de esta nuevo movimiento “neutralizante”, resulta imposible identificar la moda del año pasado, a pesar de que prevaleciese una corriente dominante: la del glorioso efecto 2000. Aún así, resulta imposible detectar o englobar la moda del 2022, más allá de haber sido la gran era de las microtendencias: desde el balletcore, al barbiecore, fetishcore, cowboycore o goblincore.

LA EXPLOSIÓN DEL “CORE”

El ya postrado término “core” ha presentado así un número exorbitante de modelos estilísticos convertidos en microtendencias proyectadas a través de la luz azul de internet. Algunas de ellas derivaron en éxitos subculturales como el cottagecore o el gothcore, ganando adeptos y generando culto, mientras otras simplemente se vincularon a una esfera más nicho, y murieron al instante. Aún así, ya fuesen tendencias perdurables o no en el tiempo, las marcas fast fashion se encargaron de materializarlas o reproducirlas en vivo, mayoritariamente a través de diseños y/o estéticas robadas, fabricados mediante materiales nocivos y condiciones de trabajo deplorables.

Todo ello genera así un ciclo tóxico en el que se persigue la búsqueda eterna de lo “insólito” y diferente, guiado por esa corriente en la que si el “core” es demasiado “mainstream”, debe renombrarse bajo un nuevo concepto, y así sucesivamente. Un sistema que sostienen e impulsan desde los pronosticadores de tendencias de las redes sociales, hasta los editores de moda o los medios de comunicación, que exponen todas esas nuevas tendencias con las que seguir alimentando el consumismo, y por ende, el capitalismo estructural.

La página «For You» de Tiktok vislumbra precisamente todo ese universo de tendencias en forma de estrellas fugaces, reproducidas de manera efímera por parte de marcas como SHEIN, considerada la más popular de 2022. Una cuestión controvertida que debería llevar a los consumidores a reconsiderar sus hábitos de compra.

¿DESAPARECERÁN LAS TENDENCIAS EN 2023?

Las tendencias del pasado solían estar vinculadas a ciertas subculturas como la del skate o punk, e incluso englobadas en movimientos como el del streetwear que se prolongaron en el tiempo y generaron uniformes para las tribus urbanas. Ahora, si ponemos el foco en tendencias como la de «Dark Academia», vemos como se convierten en el resultado de conceptos virales extraídos de series de tv, que, al final, acaban siendo retitulados o reimaginandos una estética que ya existía, pero con otro nombre. A bautizarlos a través del «core» en medio de ese juego de disfraces dentro de la categoría de «arquetipos culturales» desconectados de ese discurso cultural más extenso.

Ese hilo estético continuo parece desaparecer en esta era en la que los estilos dejan de suspenderse en el tiempo, y se cristalizan por temporadas específicas, proyectando ese hastío colectivo sobre la trend-manía de la que habla Mandy Lee. Algo que podría conducir a una especie de corriente individualista para el 2023, en la que las personas aboguen por expresarse de manera personal, sin estar adheridos a moodboards o a estéticas dictaminadas por los algoritmos.

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