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¿Está la moda haciendo lo suficiente por el planeta?

Según un nuevo informe de Textil Exchange, la moda necesita acciones sostenibles más radicales para sobrevivir a la crisis climática.

La industria de la moda pospandémica ha reducido su impacto medioambiental mediante estrategias de materiales sostenibles y otras prácticas ecológicas con las que parece proyectar un paradisíaco futuro eco-futurista. Aún así, según un nuevo informe de Textil Exchange, se necesitan acciones más radicales para transformar las cadenas de suministro y avanzar en el uso de materias primas de bajo impacto.

Las grandes firmas están aumentando la compra de materias primas de bajo impacto como poliéster reciclado o algodón ecológico, hasta alcanzar la mitad de todas las fibras adquiridas, según el estudio citado con anterioridad. Todas esas emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a la producción de materiales vislumbran una gran tendencia positiva, aunque el cambio de estrategias como el reciclaje de textiles a textiles o los modelos de negocio circulares deben acelerarse aún más.

Ese mismo informe de Material Change Index Insights se basó en dos premisas: la adopción de materias primas certificadas como sostenibles y las prácticas de abastecimiento responsable por parte de 292 marcas. En él, se subrayaron una serie de conclusiones positivas: sus materiales favoritos representaron la mitad de todas las fibras usadas por las marcas en 2020 por primera vez, frente al 44% en 2019 y el 36% en 2018.

En cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de materiales, éstas disminuyeron un 5%, hasta los 11,2 millones de toneladas de CO2 equivalente en 2020, tras permanecer en la misma cifra durante los dos años anteriores, con 11,8 millones de toneladas.

EL EFECTO PANDÉMICO

Pero ¿a qué se debe este avance? En mayor medida al parón causado por la pandemia, y las interrupciones en las emisiones y el cambio hacia materiales nobles. Tiempos de crisis social y climática en los que la mitad de las marcas decidieron experimentar con materiales ecológicos, mientras que la mitad restante apostó directamente por reducirlos.

En medio de esta vorágine de cambios, esta tendencia progresista parece verse limitada. Aunque el poliéster reciclado representa ahora el 32% de todo el poliéster utilizado por esas 292 marcas, casi todo procede de fuentes no textiles; como los envases de plástico de otras industrias. Además, sólo el 6,5% de todas las fibras recicladas procedían de residuos textiles en 2020. Y aunque las marcas estén aumentando su cuota de materiales naturales vírgenes, como el algodón y la lana, sus datos sobre el impacto medioambiental siguen siendo confusos.

Es necesaria entonces una transformación significativa que valore, más allá del uso de materiales sostenibles, el consumo y el reto del decrecimiento. Y es que, aunque las marcas estén apostando por la innovación y la tecnología circular (como el reciclaje o la reventa), sus inversiones económicas siguen siendo reducidas a largo plazo para lograr un impacto real.

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