A las afueras del Palais Royal, decenas de personas se amontonaban en la entrada con la ilusión de encontrarse con sus estrellas favoritas. Isabel Marant es uno de los desfiles más importantes del calendario, y nadie quiere perderse la cita, por muy poco favorable que estén las circunstancias; porque lo estaban. Estos últimos días, las temperaturas en Paris han descendido considerablemente, la lluvia va y viene, pero eso no impidió que el show continuara. De hecho, Isabel Marant consiguió subir la temperatura con un verano bohemio y salvaje que pinceló en los jardines del Palacio Real.
Los invitados, entre los que estaban Diane Kruger, Normani, Seong Hwa, Ashley Graham tomaban sus asientos alrededor de una fuente que marcaba el epicentro del evento. Marant, abandonó la tradicional carpa de sus anteriores desfiles. Alrededor de unas fuentes con bolas plateadas, iluminado por monolitos que simulaban el degradado del cielo al atardecer, el escenario dialogaba a la perfección con la paleta de colores de la colección, que eran puramente cálidos.
Al ritmo hipnótico de las percusiones, las modelos irrumpieron en escena como figuras iluminadas en lo profundo de la selva tropical. Cada paso revelaba prendas cortas y ligeras, que parecían moverse con vida propia gracias a los flecos que adornaban casi todas las piezas. La dualidad de la nueva colección de Marant era clara: Por un lado, la influencia safari en chaquetas y pantalones de ante, que aparecen en tonos tierra como el camel, el chocolate y el burdeos. Por otro, el espíritu bohemio se manifiesta en vestidos largos, blusas con flecos y microshorts de cuero decorados con brillantes tachuelas metálicas.
El ante se erige como el material estrella de la temporada, siendo utilizado para confeccionar no solo chaquetas y pantalones, sino también pequeños vestidos calados que simulan encajes. Finos cordones de piel cruzan cuellos y costados, dotando a las prendas de un toque sensual que se complementa con intrincados bordados y tejidos artesanales.
Con piernas al descubierto, las modelos lucían sandalias gladiadoras con cordones que se entrelazaban hasta la rodilla o pantuflas de inspiración india, todas decoradas con brillantes tachuelas. Este calzado, lejos de las alturas vertiginosas de otras temporadas, reafirma la propuesta de Marant para este verano: comodidad sin renunciar al estilo. Porque Isabel Marant estaba planteando aquí la idea de una mujer todoterreno, que pisa fuerte y segura.
Marant propone aquí una nueva aventura entre dos mundos exóticos: el safari, y lo bohemio.
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