Para la presentación de su colección Primavera/Verano 2026, Simon Porte abandonó nuevamente los códigos convencionales de la pasarela y reafirmó su propia liturgia: una moda que no desfila, sino que narra. Esta vez, el escenario fue L’Orangerie del Palacio de Versalles, un lugar que, más allá de su carga arquitectónica, resonó como una extensión simbólica del universo emocional del diseñador.
Lejos de cualquier lectura literal, esta colección llamada “Le Paysan” —el campesino— se erige como un homenaje poético a las raíces rurales del creador, una suerte de reencuentro espiritual con el sur de Francia, con la tierra, con la infancia, con la madre. Como si la moda pudiera arar el pasado y cosechar belleza en forma de prendas, Jacquemus invoca aquí la estética de lo íntimo, lo manual, lo heredado.
Desde su concepción visual hasta su ejecución matérica, la colección se presenta como una carta de amor escrita con hilos, con volúmenes, con texturas. En lugar de buscar la monumentalidad, Jacquemus opta por piezas construidas con la delicadeza de quien acaricia un recuerdo. Popelinas que crujen como sábanas antiguas, tul inglés convertido en envoltorio de memoria, y siluetas escultóricas que dialogan entre lo doméstico y lo onírico.
Delantales invertidos que evocan labores agrícolas desde una visión hiperfemenina, vestidos ondulados que imitan el movimiento de los campos bajo el viento, transparencias que no insinúan erotismo, sino fragilidad. El monograma “J”, bordado con precisión de ajuar vintage. La paleta cromática también responde a esta búsqueda de esencialidad: blancos puros, beiges terrosos, negros suaves. Aunque algunos looks se presentan en color amarillo para aportar un toque de luminosidad.
En cuanto a los accesorios, Jacquemus los resignifica como artefactos simbólicos: alpargatas con plataforma que elevan la tradición rural a objeto de deseo contemporáneo, nuevas formas de rafia tejida que recontextualizan la artesanía, y el debut de Le Valerie, un bolso de mano que no solo lleva el nombre de su madre, sino que condensa en su forma la totalidad de la propuesta: contención, memoria, ternura.
Porque si algo demuestra esta colección es que la moda, cuando se aborda desde la autenticidad, puede ser un vehículo de retorno. Con “Le Paysan”, Jacquemus no solo diseña: arquea el tiempo, cultiva la memoria y cosecha emoción. Esta es, sin duda, su entrega más personal, más honesta, más luminosa en su nostalgia.
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