Entre la fragilidad, el ruido mental y el deseo absurdo de grandeza se abre paso Javier Ruiz Pérez con su nueva exposición «Quise ser un elefante asustado – I Wanted to Be a Scared Elephant», que se inauguró el 15 de mayo en Galerie Droste Paris. El título ya es una declaración de intenciones: una criatura imponente que, en lugar de aplastar, tiembla. Una contradicción hermosa, brutal, urgente.
Ruiz Pérez —nacido en 1989 en La Carolina, Jaén— lleva tiempo empujando los límites de la pintura figurativa hasta el punto de rozar la escultura, incluso el delirio. Sus lienzos rebosan materia, gestos crudos, retazos de cuerpos y flores atrapados entre la vigilia y el sueño. Las figuras parecen querer salir del marco. Como si también ellas quisieran huir del mundo que las contiene.
Inspirado por el cuento El elefante y la luna, el artista nos invita a cuestionar la falsa dicotomía entre poder y vulnerabilidad. Porque sí, querer ser fuerte es una trampa. En un sistema que glorifica la dureza y descarta la duda, Ruiz Pérez opta por rendirse ante lo que nos hace verdaderamente humanos: la fragilidad, el temblor, la fe rota, el deseo ridículo.
El resultado es un campo visual donde las flores parecen tener alma y los humanos crecen como plantas confundidas por la luz de un sol postizo. Hay algo en estos cuadros que recuerda a los santos barrocos de Zurbarán, a los juegos de perspectiva imposibles de Las Meninas, pero con una vibra Ionesco, casi teatral, donde la belleza se descompone para renacer como algo torcido, tierno, real.
Ruiz trabaja a partir de imágenes encontradas —fotos, capturas, fragmentos del caos digital— que monta sin esconder el truco. Sus composiciones son como collages teatrales, pequeñas escenas de un culto nuevo y absurdo donde la fe, la danza y el fracaso conviven sin jerarquía.
«Quise ser un elefante asustado» es una lucha íntima y expansiva, una pintura que no busca respuestas sino emociones. Un manifiesto visual sobre lo humano, lo débil y lo extraño. Una muestra que no quiere gustar, sino hacer sentir.
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