El pasado lunes, Donald Trump firmó una orden ejecutiva que, supuestamente, tiene como objetivo proteger la libertad de expresión de los usuarios estadounidenses en las redes sociales. La medida, sin embargo, ha sido rápidamente puesta en tela de juicio por sus detractores, que advierten que podría, de hecho, facilitar la expansión de la desinformación en plataformas como Instagram, TikTok y X.
Mientras tanto, el equipo de Trump defiende la acción como un movimiento necesario para frenar lo que consideran un abuso de poder por parte de las redes sociales, acusadas de actuar en contra de los intereses políticos de ciertos grupos. Esta acusación resuena, irónicamente, con las críticas que recientemente Mark Zuckerberg lanzó contra la administración Biden por supuestas presiones para censurar contenido.
Pero la realidad que se refleja en las redes sociales durante los primeros días del segundo mandato de Trump dista mucho de la utopía digital prometida. En Instagram y TikTok, usuarios de todo el país han señalado lo que perciben como una censura selectiva en torno a temas políticos, con ciertos hashtags y términos bloqueados o marcados con advertencias de desinformación que parecen interferir con los eventos actuales.
Instagram: ¿libertad de expresión o filtro ideológico?
En Instagram, por ejemplo, al buscar hashtags como #Demócrata o #Demócratas, lo único que aparece es un aviso de “contenido sensible”, acompañando el mensaje: “Hemos ocultado estos resultados”. En cambio, #Republican devuelve millones de publicaciones sin ningún tipo de restricción. Meta ha reconocido la problemática, pero insiste en que el error no tiene tintes partidistas. «Es un problema general que afecta la búsqueda de varios hashtags en Instagram, no solo de la izquierda», declaró Andy Stone, portavoz de Meta, en Threads. «Estamos trabajando en ello». No obstante, las implicaciones de este tipo de fallos son evidentes.
TikTok y la política de la censura oculta
En TikTok también han emergido quejas sobre la supresión de términos sensibles relacionados con las elecciones, como “fascismo”, “Hitler” o “elecciones amañadas por Donald Trump”. Varios usuarios aseguran que estas restricciones están muy marcadas en EE. UU., alimentando la narrativa de una posible manipulación de contenido a favor de la administración Trump. Además, algunos se han quejado de advertencias de desinformación en publicaciones relacionadas con Palestina o los incendios en Los Ángeles, interpretando esto como una muestra más de «censura selectiva» o incluso “propaganda”.
Este tipo de quejas se intensifican aún más en un contexto donde figuras como Zuckerberg y Elon Musk se han acercado al partido republicano, lo que refuerza las teorías sobre el control político de las plataformas. De hecho, en enero, Meta anunció cambios en su política de verificación de hechos que muchos interpretaron como un intento de alinearse con la postura de la nueva administración respecto a la «libertad de expresión» en redes sociales. Trump, por su parte, también retrasó una prohibición de TikTok durante sus primeros días en el cargo.
Es cierto que TikTok, junto con otras redes sociales, implementa advertencias sobre contenido relacionado con eventos de gran controversia como parte de su política de desinformación, algo que no es nuevo. La mayoría de las plataformas censuran automáticamente términos como “Hitler” o “fascista” por razones obvias de prevención. Sin embargo, aunque la censura actual podría interpretarse como una consecuencia de un supuesto control de la derecha, no siempre es tan sencillo.
La línea difusa entre censura y responsabilidad
Independientemente de si la censura es intencional o no, lo que es indiscutible es que cualquier acción que limite la libertad de información podría dañar la confianza pública en las redes sociales. Y más aún cuando parece seguir un patrón de sesgo político. “En un clima político tan polarizado, incluso los errores no intencionados se convierten en acusaciones de parcialidad”, comenta Matt Navarra, experto en redes sociales, en una entrevista para la BBC. “Si estos problemas no se solucionan pronto, podrían alimentar teorías conspirativas y afectar la reputación de Meta”.
Lo que está claro es que las redes sociales, más que nunca, parecen ser el nuevo campo de batalla en el que se libra una guerra por la verdad, la libertad de expresión y, quizás lo más importante, el control sobre qué tipo de información se distribuye. Y con el segundo mandato de Trump apenas comenzando, este conflicto solo promete intensificarse.
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