Haider Ackermann, creativo invitado para diseñar la nueva colección de alta costura de Jean Paul Gaultier SS23, consiguió cautivar a las grandes esferas de la moda con una obra ecléctica y celestial con la que elevó el couture a una nueva dimensión artística.
Desde satenes llamativos hasta una sastrería insigne, el diseñador de origen colombiano presentó 35 looks creados en honor a la carrera de Gaultier y a su eterno impacto en el mundo de la moda. Una oda a su archivo e identidad con la que canalizó looks de ensueño como fracs con pliegues inspirados en el origami combinados con tacones de aguja, bustiers puntiagudos o camisas a capas de las que sobresalían plumas, como si fuesen alas.
UN TRIBUTO AL ARCHIVO DE GAULTIER
El arte del origami o del pliegue se extendió a otro tipo de piezas como a un top azul Tiffany o un vestido beige acentuado con detalles en azul oscuro. También destacó la exploración de la forma, del color y la silueta, mediante técnicas como la ovalación de hombros en conjuntos monocromáticos. En este sentido, los colores vibrantes o excéntricos, representativos del diseñador, colorearon toda la secuencia de piezas esculturales embellecidas con lentejuelas, adornos de plumas o destellos brillantes con los que Ackermann mostraba distintos efectos visuales.
Más allá de lo material, prevaleció una profundidad emocional o poética con la que el diseñador nos ascendió a un terreno elevado con el que rendir homenaje a la herencia de JPG, como podemos apreciar en la incorporación de bustiers o corpiños asociados a la mujer de Jean Paul. Más allá de eso, se aludió el trabajo de Adrian, el diseñador favorito del couture en Hollywood, a través de iteración del vestido amarillo plisado de cuello alto y manga larga.
Finalmente, una serie esculpida de vestidos negros se escenificaron por parte del coreógrafo Pat Boguslawski a la manera de una foto clásica de Irving Penn o Richard Avedon. Todo un universo de referencias y códigos empíreos con los que el elenco de modelos recorría el espacio a un ritmo relentizado, al compás de una banda sonora experimental entre murmullos o ráfagas de ruido ambiente que desembocaron en una canción escrita para Mahsa Amini, la mujer cuya muerte bajo custodia policial desencadenó la actual agitación en Irán.
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