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La navidad en Burberry se siente como en casa

Ni salones de revista ni romanticismo. Burberry retrata una Navidad real: vecinos, caos, risas, y la familia entera vestida de Check.

La navidad en Burberry se siente como en casa

En Burberry, la Navidad 2025 no es como en una postal. Es un poco de caos: vecinos entrando sin avisar, niños saltando en el sofá, y alguien que siempre quema los sofás.

En lugar de escenarios perfectos y glamour congelado, la marca invita a entrar en una casa real: galletas medio rotas, papel crepé colgado con celo, teteras circulando, abrigos sobre sillas antiguas y bandejas que van y vienen sin orden. Al frente está Jennifer Saunders, la anfitriona que intenta mantener el control mientras la situación se le escapa entre campanas, invitados y villancicos improvisados.

El director John Madden coloca la cámara donde nunca se coloca: en la cocina, en el pasillo, en el jardín con nieve falsa. Todo respira la Navidad británica auténtica: un poco caótica, pero cálida y llena de momentos divertidos: como debe ser una navidad, vamos.

Aparecen las estrellas: Naomi Campbell con un trench impecable rodeado de hiedra blanca; Ncuti Gatwa cruzando la puerta con regalos; padres e hijos cantando villancicos vestidos con bufandas Burberry Check. Los niños destruyen el salón y nadie les pide que se sienten. Los abrigos brillan por si solos, pero no como protagonistas de la historia: brillan porque tienen sentido en la realidad que se cuenta.

Y ahí está el mensaje. Burberry no enseña una Navidad ideal. No hace falta perfección aquí. La campaña demuestra que lo sofisticado puede convivir con el caos doméstico y la espontaneidad.

Burberry encuentra ese lugar: entre mesas desordenadas, hogares llenos y puertas que no paran de abrirse. Una Navidad humana, imperfecta y muy británica—como debe ser.

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