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La ruina y la sensualidad del Mediterráneo invaden Magliano FW25

Te presentamos el Mediterráneo de Magliano FW25: un espacio de ruinas, de exceso, de sensualidad y de búsqueda interminable.

La ruina y la sensualidad del Mediterráneo invaden Magliano FW25

Imagina un lugar donde el tiempo se disuelve entre la bruma industrial y el calor agobiante de la noche mediterránea, un espacio líquido donde el techno más sombrío y sudoroso marca el pulso. Es ahí, en ese limbo entre lo que es y lo que podría ser, donde nace la invitación: un exceso romántico, pero gratuito, como un gesto salvaje que se ofrece sin propósito, simplemente por la necesidad de existir.

Mar, noche, invierno: tres elementos que se fusionan en una sinfonía de sensaciones. No es sólo un escenario, sino un estado. Es el lugar donde los cuerpos buscan un minuto violento, capaz de redibujar el curso de todo. La moda, entonces, no se limita a la vestimenta, sino que se convierte en una declaración radical de ser en medio de la nada. Aquí, las prendas se invierten, se vuelven hacia afuera en una rebelión contra la lógica. La ropa interior ya no se oculta, sino que emerge a la superficie, en una protesta contra la normatividad.

Las chaquetas se transforman en símbolos de una simplicidad deconstruida: algodón acanalado, minimalismo brutal. Los pantalones de mohair, transparentes y ásperos, casi como si fueran un eco de la piel desnuda. Los abrigos de crepé-de-chine acolchados parecen haber sido diseñados para una noche interminable, pidiendo a gritos ser tocados, deseando que el cuerpo se revele.

Y en este caos de texturas, hay algo que sobresale: un bolso que, a simple vista, podría parecer una pieza más, pero que en realidad es una declaración en sí misma. Un bolso que lleva ropa interior. La colaboración con Medea, esa firma femenina que redefine la conversación sobre lo mediterráneo, nos presenta una pieza ingeniosa y provocadora, capaz de representar este lugar, este instante. La misma prenda que podría ocultarse, se expone ahora con una claridad brutal. La moda, entonces, no es solo un objeto de belleza, sino un acto político.

La sensualidad es la única constante en un mundo que se deshace de las normas. El orgánico no es consuelo aquí, sino deseo crudo. Lo que debería ser suave se convierte en algo áspero, y lo que se ha perdido en el tiempo se redescubre, como una reliquia. El escote, como una herida abierta, se corta directo hacia el cuello, una interrupción violenta del tejido, una incisión sin piedad. La prenda se convierte en una extensión del cuerpo, un elemento casi quirúrgico que conecta lo físico con lo intangible.

Este es el contexto en el que nace Nudo By Magliano, una nueva etiqueta que se encarga de reinterpretar los básicos con una actitud decidida hacia el exceso contenido. Nudo es un refugio de lujo dentro del caos, una pieza de resistencia ante la desintegración del orden. Fleece y algodón se entrelazan con materiales clásicos, creando prendas que no solo sirven para proteger el cuerpo, sino que lo liberan, le permiten respirar. Estas piezas se convierten en acompañantes ideales para las deambulaciones nocturnas, esos paseos sin destino que son tan propios de la modernidad.

Pero, en este caos controlado, también hay espacio para el adorno. Las camisetas se anudan alrededor de chaquetas, como si fueran gestos impulsivos que buscan encontrar sentido en la fragmentación. Los restos, los sobrantes, se convierten en reliquias. Y es que, en un mundo post-apocalíptico, ¿qué son las piezas de ropa si no vestigios de civilizaciones perdidas? Las estampas evocan ruinas y noches interminables, de clubes míticos donde el tiempo se detiene y la memoria se diluye. Las joyas, olvidadas por el paso del tiempo, se encuentran ahora en estado de abandono: cadenas sudadas o pulseras cubiertas de arena.

Es aquí donde la brillantez se convierte en algo distante, algo desgastado por el paso de los años. El brillo no es fresco ni artificial; es polvo, es memoria. Los tejidos de punto, decorados con cristales Swarovski, parecen captar la luz de la luna, proyectando destellos que se desvanecen en la oscuridad, como reflejos de un futuro incierto.

Pero la música… la música de Aase Nielsen sella el ciclo de este ritual. Un sonido que raspa la piel, que sube y baja en una tormenta de emociones encontradas, una transición entre la calma y la brutalidad. Cada nota es una onda, cada acorde, una vibración que se extiende hasta el horizonte, desdibujando los límites entre el adentro y el afuera, lo visible y lo invisible. Es música que traza una línea sin fin, que transforma el espacio y el tiempo en un movimiento incesante, una danza que nunca acaba.

Este es el Mediterráneo de hoy: un espacio de ruinas, de exceso, de sensualidad y de búsqueda interminable. La moda, la música y la cultura se entrelazan en un ciclo perpetuo, donde la nostalgia y el futuro se encuentran, donde lo orgánico se descompone y lo nuevo emerge de las cenizas de lo perdido. Y, en medio de todo esto, nosotros nos dejamos llevar, buscando no la perfección, sino el instante radical, el momento que lo cambia todo.

Luca Magliano introduce poesía y psicodelia a su mundo de básicos esenciales de la ropa masculina.

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