En la última edición de la Semana de la Moda de Nueva York, Tory Burch presentó su colección SS25 en el icónico Skylight en The Refinery, un espacio cargado de historia ubicado en la antigua Fábrica de Azúcar Domino. El desfile, envuelto en una atmósfera de sofisticación y nostalgia industrial, se convirtió en una manifestación de libertad y evasión, dos conceptos que guiaron cada una de las propuestas de la diseñadora.
Las siluetas de la colección desdibujaron las líneas entre lo deportivo y la alta costura, reinterpretando elementos atléticos con una elegancia moderna y sensual. Los trajes de baño, densamente bordados con lentejuelas, capturaron la luz de manera hipnótica mientras cinturones y corbatas evocaban los gestos de las chaquetas de artes marciales.
Las chaquetas color-block, inspiradas en camisetas deportivas, y la costura y acolchado que seguían las curvas del cuerpo, añadieron una dimensión estructurada y ceñida a los diseños. Destacaron las faldas con alambre a través de la cintura, que se doblaban alrededor de las curvas de manera escultórica, y el drapeado, presente en faldas de gasa en cascada combinadas con cuellos en V de algodón, aportó una combinación perfecta de movimiento y estructura.
El juego de texturas y materiales fue uno de los puntos fuertes de la colección. Burch exploró una amplia gama de tejidos, desde algodón acolchado y punto waffle hasta gasa de lana elástica, creando una mezcla de lo deportivo, lo suntuoso y lo inesperado. Adornos como lentejuelas torcidas a mano, abalorios de cristal y gamuza ligera como pluma agregaron un toque de lujo distintivo. Un jacquard abstracto evocaba a los nadadores y las olas, mientras que una toile de jouy clásica revelaba alienígenas escondidos entre la flora y la fauna, añadiendo un guiño lúdico y surrealista que sorprendió a los asistentes.
Los bolsos también fueron protagonistas, destacando la evolución de la colección Pierced con un diseño ovalado en suave piel sin forro, decorado con un imponente anillo de gran tamaño. Otra propuesta notable fue el bolso de hombro Balloon, reinterpretado con el T Monogram distorsionado y texturas brillantes. Para la noche, el emblemático bolso de caja Eleanor se reinventó en metal, desarrollando versiones en terciopelo y lentejuelas con flecos de seda que barrían el suelo, aportando un toque teatral y sofisticado.
El calzado de la colección se inspiró en la estructura de una bailarina de ballet, reinterpretada en versiones modernas y elegantes. La clásica bailarina Reva, lanzada originalmente en 2006, se actualizó con detalles como recortes, una moneda biselada y una nueva silueta de mule, mientras que el zapato de tacón Twisted mantuvo la esencia de la danza, combinando comodidad y estilo.
Los accesorios aportaron un toque de humor y fantasía, con pendientes de candelabro de metal que recordaban alienígenas de dibujos animados o pulpos. Las gafas de sol envolventes y los cinturones delgados con amuletos de cuero complementaron los looks, ofreciendo un equilibrio entre audacia y refinamiento.
La experiencia del desfile se completó con una producción musical a cargo de Wladimir Schall, quien seleccionó temas como «Surge» de Cid Rim, «Mujer espaciadora» de Charlie, «Apocalypso» de Chris y Cosey, y «Dance Yrself Clean» de LCD Soundsystem. La selección musical creó un ambiente envolvente, oscilando entre lo introspectivo y lo vibrante, y acompañó a la perfección la narrativa visual y sensorial de la colección.
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