A$AP Rocky volvió a incendiar la capital francesa con una propuesta cargada de política, donde la moda es una necesidad y no una opción.
El desfile tuvo lugar en un escenario inesperado pero cargado de simbolismo: la Église Protestante Unie de l’Etoile. Un tempo reconvertido donde el creativo desmanteló la idea de uniformidad para elevarla a símbolo cultural. Centrada en los uniformes -militares, escolares, institucionales, carcelarios-, muchas veces asociados a la marginación, la colección los ha convertido en piezas clave del nuevo lujo.
Además, se desvelaron muchas sorpresas sobre la pasarela, como la última entrega en colaboración con PUMA, con las Mostro Gambia y una versión envejecida de las Speedcat como protagonistas; o una serie de siluetas personalizadas junto a Christian Louboutin y colgantes AWGE de Pavē Niteō.
Ray-Ban, otro aliado clave, hizo brillar la linea diseñada por el propio Rocky, con las ya icónicas Wayfarer Puffer y la nueva entrega The Next Generation, prevista para este verano.
También aprovechó la ocasión para introducir elementos de su estudio de diseño de interiores Hommemade. Entre ellos, un jarrón-escultura de 40 onzas envuelto en bolsa marrón -una oda brutalista al consumo callejero- y una consola de videojuegos custodiada que convirtió el objeto doméstico en arte de culto.
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