Dentro de la quimera de Collina Strada para AW23, la fantasía y el surrealismo volvieron a canalizarse en forma de representaciones antropomórficas enfundadas en la nueva colección de alta costura de Hillary Taymour.
La exploración de la naturaleza y de esa conexión humano-animal de Strada se elevan ahora a otra dimensión en esta nueva propuesta titulada “Please Don’t Eat My Friends”; una colección que continúa tejiendo la historia o el tropo “Animorphs” de AW21. Todo un universo evasivo en el que los modelos se transforman en ninfas o animales fantásticos con hocicos SFX, orejas puntiagudas, picos, dientes de ciervo y cuernos de reptil, saltando y galopando de manera salvaje sobre la pasarela.
En este sentido, Isayama Ffrench fue el encargado de alterar los cuerpos y el aspecto de los modelos mediante su maquillaje experimental combinado con prótesis psicodélicas que acababan de completar la transformación de estos seres fabulosos.
«¿Recuerdas que los hongos están conectados por filamentos microscópicos bajo nuestros pies? «¿Cómo la flora y la fauna conviven en un equilibrio intrincado, no lineal, no jerárquico, pero tiernamente delicado y complicado, de beneficio mutuo y conectividad? Cómo estamos todos juntos en esto…», expresó la directora creativa en sincronía con su magnífica visión de una realidad en la que los humanos viven en constante armonía con la naturaleza.
UNA QUIMERA DE ALTA COSTURA
La apertura del desfile estuvo dominada por una serie de tonos tierra, entre bodies de malla, estampados sedosos y terciopelo en pantalones de cuadros escoceses, así como por vestidos de satén de los que sobresalían cuernos esculturales. De esas piezas se sucedieron otras de corte escapista como crop tops con estampados de capibara o blusas con lazos rociadas con capas de escamas.
En este mundo de fantasía, destacó la experimentación con el animal print, y los estampados en general, en trajes de franela de algodón a cuadros o de jacquard geométricos combinados con vestidos largos de terciopelo. Así, los estampados y los colores vibrantes colorearon toda la secuencia de piezas, que iban desde camisolas de encaje, corsés, bombachos con volantes hasta sudaderas recortadas o jerséis de punto deconstruidos.
Taymour acabó de dar continuidad al concepto antropomórfico de manera bastante literal a través de vestidos vaqueros de tirantes con estampados de piel o jerséis de satén con estampados de piel de reptil. Incluso extendió la estética mediante la estampación gráfica de caras de animales, de las que destacó la de su propio perro. Sin embargo, y a pesar de la eclecticidad y el maximalismo, la directora creativa dirigió este nuevo relato hacia una vertiente mucho más formal. Un territorio nuevo que pudimos ver reflejado en vestidos de corte al bies de satén o en los vestidos blancos con tirantes y apliques florales en eterna conexión con la madre tierra.
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