Cuando la cámara empieza a grabar, la diosa Mugler entra en acción. El regreso de la marca a la pasarela puede resumirse en tres palabras: cinematográfico, sexy y estelar. Un regreso que al difunto Thierry Mugler, sin duda le habría encantado. Si el fundador revolucionó la moda en los 90s convirtiendo sus desfiles en un espectáculo cinematográfico, Cadwallader ha cogido el relevo con gran maestría. Parece un paralelismo sí, pero se trata del Mugler del siglo XXI.
Casey Cadwallader ha sabido dar rienda suelta al imaginario Mugler a través del cine, convirtiendo La Villete en un set de grabación en el que la audiencia podía ver todo en vivo y en directo. Porque la diosa Mugler sabe hacer algo más que caminar por la pasarela, y el acto performativo híbrido entre el desfile en directo y la grabación es una muestra de ello.
La fantasía cinematográfica en la que nos sumerge la marca estaba al servicio del cuerpo en sus multiples identidades y formas. El set de grabación vio desfilar a modelos como Paloma Elsesser, Irina Shayk, Adut Akech, Mariacarla Boscono, e incluso a la mismísima Arca, que aprovechó para arrebatarle el nuevo bolso Spiral Curve 01 a la rapera estadounidense JT.
El Mugler de hoy no tiene nada que envidiarle al de Thierry en cuanto a el culto al cuerpo se refiere. Manteniéndose coherente y constante, la marca es una de las primeras en realmente abogar por la inclusión de cuerpos e identidades. Sólo hace falta repasar el elenco de modelos, para darse cuenta de que es algo real y verdadero.
Cadwallader sabe que el cuerpo es un templo, y las diosas Mugler caminan envueltas en encaje, cuero, corsetería moderna. Los looks de motomami se diversifican en mil maneras distintas: faldas, pantalones, chaquetas… Incluso el denim aparece como parte de una colección donde la mujer salvaje hipnotiza.
La marca, que detuvo sus desfiles por la pandemia, ha sacado todo el arsenal en su regreso a la Semana de la Alta Costura. Un movimiento descarado, teniendo en cuenta que la marca no elabora actualmente alta costura, pero también valiente y rompedor, rebelde como la marca. Porque la alta costura de Thierry era todo un espectáculo, si, pero el Mugler de Cadwallader ha sabido traer la marca a los tiempos actuales y convertirse en un reflejo fidedigno de la cultura pop de nuestro siglo.
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