Magliano presentó su nueva colección en el interior de una nave cubierta de grafitis, algunos leían «Milano Antifascista»; de la esquina derecha salían los modelos a un gran espacio lleno de humo.
Las siluetas en esta colección evocan los recuerdos de los años 2000. Los colores se limitan al blanco, negro y los grises intermedios, creando una paleta atemporal y muy Magliano (@magliano.insta). Los clásicos del diseñador se vuelven modulares gracias a adiciones folclóricas o playeras, donde los abrigos de Magliano se integran con tejidos de toallas y los pantalones se convierten en trajes de baño o vestimenta de noche. Los llamativos estallidos de rosa chicle, equilibran toda esa crudeza cromática.
Las prendas asumen funciones inusuales, rozándose con la fantasía. Lo microscópico se magnifica, creando estructuras y patrones decorativos a través de nudos, intersecciones y cierres de elementos aparentemente incompatibles pero persistentemente unidos.La infancia, ese rompecabezas de límites ilimitados, se evoca a través del punto de cruz. Este medio, interpretado como una herramienta política, compone cadenas de búsquedas en Google, desde poesía hasta pornografía, y fragmentos de identidades notables. Los suéteres bordados en colaboración con Cormio sostienen el mismo peso, ejemplificando una alianza incondicional entre colegas de profesión.
El héroe de la temporada es Pinocho, símbolo superlativo de la transformación. Alegres campeones ladrones de autos de carrera, reflectores de alta visibilidad y brillo, se convierten en elementos de sabotaje coral, dando origen a un nuevo zapato, el Effe 10.
Magliano también se aventura en el ámbito de la joyería, transformando cestas de mimbre en piezas únicas, selladas con un lazo, como una promesa de resistencia. La ropa de trabajo se reinterpreta, creando un nuevo guardarropa chic donde el delantal se vuelve formal y el látex se abre paso, representando el clímax vertiginoso de una lucha entre lo orgánico y lo inorgánico.
Entre los temas queer, el chemsex es uno de los más sentidos para Magliano. En una impresión suspendida que muestra una mesa llena de instrumentos para ese propósito, al estilo del pintor Giorgio Morandi, Magliano aborda el chemsex con una atención cuidadosa y sin indiferencia. También se percibe el mismo carácter en los estampados de serpientes y ratas psicodélicas.
En la cultura occidental, la ropa está subordinada al cuerpo y el cuerpo a las convenciones de la sociedad. Magliano desafía esta norma, sugiriendo que si el cuerpo es insubordinado, la ropa también debe serlo. Esta colección se convierte así en un manifiesto de insurrección de forma subliminal.
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