El pasado viernes 25 de abril se celebró la cuarta edición del evento en el Museo del Automóvil y la Moda.

En pleno corazón de la Costa del Sol, Málaga dejó claro que su ambición va mucho más allá del turismo: quiere ser un referente en moda, creatividad y discurso contemporáneo.
La jornada arrancó fuerte con una mesa que llevaba por título Documentando la calle. ¿El objetivo? Mirar la moda desde fuera del sistema. Leticia García y Rafael Rodríguez pusieron sobre la mesa un debate necesario: el poder de la moda como herramienta de identidad. Y es que, mientras las grandes marcas se obsesionan con el metaverso, la calle sigue siendo el mejor archivo de estilo.
García, por su parte, tocó un punto clave: el falso aura de legitimidad del lujo. “¿Por qué un producto hecho a mano vale más si lo firma una marca de lujo que si lo hace un artesano real?”, planteaba.
Pero si alguien sabe de mantener el tipo (y el estilo) en medio de la locura de las tendencias, esos son María Escoté y Miguel Becer. En su charla conjunta Identidad y Expresión, los diseñadores abrieron su proceso creativo y hablaron sin filtros sobre el estado actual del sector. Escoté fue directa: “La moda está volviéndose loca con cómo vender. Ahora fichan cantantes antes que diseñadores. Se juega con la etiqueta de la sostenibilidad solo para vender más”. Y aún así, reivindica una moda pequeña, local, con conciencia: “Somos sostenibles porque producimos en España, Portugal o Italia, con talleres pequeños. La moda sin reciclaje, hoy, no tiene sentido”.
Miguel, fundador de ManéMané, reforzó esa visión desde otro ángulo: la inspiración que nace del día a día. “La realidad de la calle te enseña cómo se mueve una falda o un vestido. Eso intento traducir en mis colecciones”.

En un giro aún más personal, Luis de Javier tomó el escenario con su ponencia Un lenguaje propio, donde volvió a romper esa barrera artificial entre alta costura y calle. “La alta costura es un sueño y el streetwear es el día a día. El ejercicio importante es hacer diseños que la gente se pueda poner todos los días”, confesaba. El diseñador, que ha despuntado fuera de España, admitía que aquí no encontraba el espacio para ser él mismo.
Ya por la tarde, el foro giró hacia la fusión entre moda, arte y música con la mesa Streetwear en primera persona. El micrófono pasó a Álex de la Croix y Eazyboi, dos perfiles que mezclan géneros, estéticas y discursos sin pedir permiso. Álex, actriz y cineasta queer, hablaba de su relación con la moda como un ejercicio de libertad: «No podía llevar la estética de las niñas de mi clase porque era un niño. Pues me hice EMO para tener más libertad. Por eso ahora me atrae tanto la estética de los 2000 y la estoy disfrutando”.
Eazyboi, uno de los nombres que más están dando que hablar en el panorama nacional, encontraba un paralelismo perfecto: “La primera vez que escuché rap supe que eso era lo mío. Con la moda pasó igual. Te vistes como te sientes y descubres quién eres”.

El cierre del MAMFF fue tan visual como conceptual. En la mesa La moda como lenguaje, el fotógrafo y DJ Gerard Estadella —un habitual de las grandes fashion weeks internacionales— y la estilista Carla Paucar reflexionaron sobre la autenticidad en la era del postureo. Estadella no dejó lugar a dudas: «Hay muchas veces que te das cuenta de que la gente se ha disfrazado y se nota. Huyo del disfraz. Me gusta más la autenticidad de las cosas”. Paucar, por su parte, apostó por mirar más allá del moodboard de Pinterest: “Ver más allá de la moda. Ir al teatro, al ballet o al parque a ver a mujeres dando de comer a las palomas. Ahí también encuentras mucha información”.
Organizado por el propio museo, el fórum se ha consolidado como una plataforma de diálogo y colaboración entre voces consolidadas y nuevos talentos. En un entorno donde conviven historia y vanguardia, el evento ha ofrecido una programación de alto nivel, con ponencias, charlas y espacios de networking que han permitido abordar los desafíos actuales del sector y explorar nuevas formas de expresión.
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