Desde su inicios en el mundo de la moda hasta convertirse en la mente maestra detrás de colecciones revolucionarias para Louis Vuitton, Jacobs ha dejado una marca imborrable, y su 40 cumpleaños -como marca- no podía ser menos. Ya la campaña del 40 aniversario, desvelada la semana pasada y protagonizada por figuras como FKA Twigs y Lil Uzi Vert, rendía homenaje a la diversidad que ha contribuido al atractivo infeccioso de la marca. Ironía, juego, sentido del humor, y un poco de provocación… ingredientes que tampoco faltaron en el video que subió por sorpresa a Instagram de él mismo soplando las velas de cumpleaños. Había tantas velas en esa tarta creando un fuego descomunal que a Jacobs no le quedó más remedio que agarrar su bolso tote icónico, y salir corriendo de su habitación. ¿Se estaba quedando con nosotros o solo era una forma brillante de introducir su nueva colección? Sea como fuere, el diseñador nos empezaba a hacer partícipes de su juego de niños.
Y ese juego de niños llegó a su culmen el Viernes con su desfile de Primavera/Verano 2024. Al entrar al pabellón The Park Avenue Armoury, los invitados se encontraron inmersos en el universo de muñecas creado por Jacobs. Mesas y sillas de proporciones irónicamente grandes recibían a los asistentes. Se trataba de una escultura del difunto artista Robert Therrien, por la que modelos desfilaban con looks descomunalmente voluminosos, que fusionaban la moda de los años 60 con la estética de muñecas de papel. Aunque la influencia de Diana Ross en la estética también era evidente. Los cabellos bouffants impresionantes, las pestañas exageradas y los espejos en forma de círculo de los últimos looks capturaban la esencia de una época vibrante en la música y en la moda.
Los hombros hinchados y la rigidez que se percibía de las prendas canalizaron esa esencia del juego. Lleenando tejidos gruesos con colores intensos y broches texturizados, a medida que la colección avanzaba, los botones y detalles de aro metálico se ampliaban a proporciones gigantes. Las muñecas de Jacobs también llevaban enormes bolsos de cuero redondeados, que contaban con cremalleras de expansión y detalles de aro metálico.
Su submarca también estaba invitada a la casa de muñecas. “Heaven» debutó en la pasarela tomando forma de sudaderas con capucha recortadas y conjuntos de fondo fruncido, siendo el icónico logotipo del oso de peluche de doble cabeza el detalle protagonista de cada prenda. Estas se intercalaban con piezas que parecían rendir homenaje a iconos como el body de HM x Margiela o las muñecas de Loewe, presentadas en la pasarela fw23.
Así que, el desfile que celebra los 40 años de Marc Jacobs, pudiendo haber sido un recorrido por sus éxitos, fue una exploración emocionante de proporciones y de una realidad, quizás, inexistente fuera de esos juegos de niños. La propuesta fue más bien una mirada a la evolución de nuestra visión del mundo a través de la moda; un testimonio de creatividad y visión única que ha definido la marca a lo largo de cuatro décadas.
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