Marni abre un nuevo capítulo creativo con la llegada de Meryll Rogge a la dirección artística. La diseñadora belga, reconocida por su enfoque nostálgico y experimental del vestir, asume el liderazgo tras la salida de Francesco Risso, marcando una nueva etapa para la maison italiana bajo el paraguas del grupo OTB.
Ganadora del Gran Premio ANDAM 2025, Rogge no es una desconocida en los circuitos de la moda de autor. Formada en la prestigiosa Real Academia de Amberes, su background incluye pesos pesados como Marc Jacobs y Dries Van Noten, donde afinó un lenguaje visual que conjuga capricho vintage, artesanía contemporánea y un romanticismo sutilmente irreverente.
Desde que fundó su etiqueta homónima en 2020, ha desfilado en París, cautivando con siluetas teatrales, paletas atrevidas y una sensibilidad profundamente femenina sin caer en lo literal. Su fichaje por Marni no es una jugada fortuita, sino una declaración clara: el futuro de la moda se escribe desde la emoción, la identidad y la transversalidad cultural.
“Admiré a Marni durante mucho tiempo por su espíritu independiente. Asumir un rol definido por directores creativos tan visionarios es tanto humillante como inspirador”, expresó Rogge en un comunicado oficial. Un respeto hacia la herencia de la firma fundada por Consuelo Castiglioni que no impide anticipar una mutación de ADN en clave belga.
Desde OTB, el conglomerado presidido por Renzo Rosso, la elección fue más que meditada. “Meryll nos impresionó con la sensibilidad que aportó para reinterpretar el ADN de la marca. Su visión es global y abarca todas las dimensiones de Marni: desde accesorios hasta diseño de interiores y comunicación”, declaró Rosso. El mensaje es claro: no se trata solo de ropa, sino de construir un ecosistema estético que conecte con las nuevas generaciones sin perder la raíz artística que siempre definió a Marni.
En un contexto donde el cambio de direcciones creativas se ha vuelto casi una rutina, la llegada de Rogge destaca por lo orgánico y prometedor. La diseñadora no viene a imitar ni a conservar, sino a reinterpretar con sensibilidad radicaluna de las casas más singulares del panorama italiano.
Expectativas altas, sí, pero también una base sólida: una creadora en plena madurez expresiva, un legado excéntrico listo para ser actualizado y una industria hambrienta de visiones auténticas. ¿El veredicto? Marni se prepara para una nueva era: más cerebral, más poética, y sí, probablemente mucho más subversiva de lo que imaginamos.
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