Llega en un frasco matelassé en tono caramelo y se retuerce con un desenfadado guiño frutal y gourmet.
Miu Miu nunca ha seguido las reglas, y su nueva fragancia tampoco lo hará. Se llama Miutine, y se erige como un gesto íntimo, una afirmación personal, independiente, casi invisible. El nombre ya lo dice todo: es un guiño al término francés mutine -espíritu rebelde- retorcido con picardía al ADN de la Casa italiana.
Firmada por Dominique Ropion, la composición parte de la familia chipre, el canon eterno de la perfumería femenina, para inmediatamente darle un inesperado giro gourmand. La apertura es un estallido efervescente de fresa silvestre Mara des Bois, esa variedad peculiar y hedonista que Ropion llama la «reina de Mara». Su jugosidad da paso a un corazón floral de gardenia y soufflé de jazmín, equilibrados por la profundidad terrosa del pachulí y el musgo de roble. La dulzura se intensifica con un acorde de azúcar moreno y vainilla bourbon, creando una textura casi comestible.
En palabras del propio perfumista «la vitalidad regresiva de la fresa silvestre aporta una alegría espontánea y viva. Es un perfume para una misma, lejos de cualquier mirada».
El frasco traduce el lenguaje Miu Miu en vidrio. El matelassé icónico se reinterpreta en tono castaño y funciona como un guiño a los accesorios clásicos de cuero. El cuello adopta la tipografía en blanco y negro de la Casa, mientras que el tapón -lacado en negro brillante e inspirado en una lentejuela- aporta la ironía sofisticada que solo Miu Miu puede permitirse.
Dirigida por Hailey Benton Gates y protagonizada por Emma Corrin, la campaña presenta un cortometraje donde la musa busca la palabra Miutine en el diccionario. Y lo que encuentra no es una definición fija, sino un retrato en movimiento de ese espíritu irreverente.
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