No existiría Yohji Yamamoto, ni Rei Kawakubo, ni siquiera existiría Uniqlo si en los años cincuenta no hubiera existido Kensuke Ishizu y su tienda, Van Jacket. Fue él quien, durante la ocupación norteamericana de Japón en la segunda Guerra Mundial, cautivado por el estilo occidental, decidió importar a la isla el traje de chaqueta y, con los años, el estilo Ivy League.
Los jóvenes japoneses, acostumbrados a vestir con los uniformes históricos de su cultura, comenzaron a llevar cazadoras, gabardinas, jerseys de punto y polos mientras sus mayores fruncían el ceño. A algunos le prohibían vestir ‘a la americana’, y salían de casa con el kimono puesto y la blazer escondida en una bolsa de cartón. Descubrir que había una estética más allá de la suya, descubrir que existía la moda, supuso una revolución en las calles de Tokio.
La ropa servía para comunicar rebeldía, modernidad, aperturismo. El estilo Ivy escribió el primer capítulo de la moda japonesa, hoy una de las más celebradas del mundo. Y ni siquiera hizo falta tirar de grandes juegos creativos o de estilos muy desarrollados; bastaba con cuatro o cinco prendas de ropa para que un joven de la época creara su propia estética fuera del sistema.
Esta colección bebe del legado de Ishizu y su estilo Ivy. Prendas sencillas, limpias de corte clásico y sartorial realizadas en lana. Beige, negro, azul marino y un solo estampado. Abrigos, blazers, pantalones de pinzas pensados para llevar en cualquier ocasión, casi a diario. Pequeños detalles, pocos patrones y apenas fornituras. Como en el estilo Ivy, no hacen falta más prendas ni más ideas para que la ropa cuente una historia.
Todos los tejidos de la colección son tejidos deadstock de la plataforma Recovo. No es upcyling, porque no es reciclaje de algo que ya existía, sino la creación de algo nuevo a partir de metros de tela de calidad que permanecían en los almacenes. El hecho de no haber fabricado ningún material ha hecho, además, que se hayan ahorrado grandes cantidades de recursos y energía: 2181 litros de agua, 3236 kilos de CO2 y 1005 gramos de sustancias químicas no liberadas.
Peter Sposito Studio gana el Premio Mercedes-Benz Fashion Talent.
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