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Natos y Waor celebran 15 años en la cima

El 15 aniversario de Natos y Waor no fue un repaso: fue una coronación. Su obra más ambiciosa y más íntima hasta la fecha.

Natos y Waor celebran 15 años en la cima

Una noche que se convirtió en rito. Una ciudad que se arrodilló ante sus profetas. El Metropolitano no presenció un concierto: asistió a un acto litúrgico. Tres horas de comunión pagana entre pasado y presente. Natos y Waor firmaron su obra más ambiciosa, más íntima y más incendiaria. No fue solo historia. Fue legado.

El 15 aniversario no fue un repaso: fue una coronación. Bajo cielos abiertos y visuales oníricas —un barco navegando como espectro digital—, un coro ancestral abrió ‘Piratas’ mientras el estadio se transformaba en catedral profana. En el centro, la pantalla giratoria: altar móvil desde el que Fer y Gonzalo desplegaron la narrativa que han tejido durante tres lustros de calle, guerra y amor propio.

Las primeras canciones no fueron nostalgia, sino arqueología emocional. Las maquetas, esa memoria viva de okupas y latas a un euro, de chándals europeos en edición Champions, de bufandas casual con aroma a revolución. ‘Por la Jeta’, ‘Martes 13’, ‘Rocknrollas’. Cuando Costa irrumpió en balaclava, no fue una colaboración: fue la reaparición de un fantasma querido, un eco de otra época que aún palpita.

En ‘Martes 13’ el micro falló, y el silencio se llenó de voces. Natos y el público entonando a capella, como si lo hubiesen ensayado mil vidas atrás. Fue uno de esos momentos que no se graban: se graban en ti.

El show se estructuró en tres actos, como toda buena tragedia clásica. En el segundo bloque, la energía cambió de forma: entró el techno, el beat se volvió más crudo. Ivan Cano y Dave sumaron calle. Al Safir, Israel B, Chamán sostuvieron la línea. Y entonces, Recycled J apareció como un poeta moderno para levantar ‘Carretera’. Sonó ‘Speed’, sonó ‘Hija de Puta’… y llegó la noticia que quebró el estadio: Hijos de la Ruina Vol. 4 está en camino. Estrenaron ‘Madriz’, producido por Selecta. “Te queremos, Jorge”, le dijo Natos. “Yo también a vosotros”, devolvió Recycled.

El tercer acto fue el desfile de los elegidos: Fernando Costa y ‘Hustlers’, Naiara y su ‘Veneno’ venenoso y dulce, Delaossa e Ill Pekeño sobre el asfalto de ‘Montecarlo’, Hoke con la tensión lírica de ‘Budokai’, y Denom recordándonos que la vulnerabilidad también se rapea. Las luces del estadio se convirtieron en luciérnagas para ‘Caminaré’ y ‘Tenías Razón’. Dos canciones que no se cantan, se rezan.

Cuando ya nada parecía posible, rompieron la estructura. Apareció la banda. Instrumentos reales. Vibración analógica. Clásico en clave calle: ‘Más Alcohol’ con Recycled, ‘Gato de Callejón’ con Miguel Campello, ‘Perro Callejero’ con Walls. Y como último golpe de efecto, el oráculo: SFDK, con Acción Sánchez manipulando bajos convertidos en platos. Sevilla y Madrid, calle y sabiduría.

El golpe final llegó con dos himnos diseñados para romperlo todo: ‘Bicho Raro’ y ‘Cicatrices’. El Metropolitano ya no era un estadio, era un volcán desbordado. Miles de cuerpos vibraban en la misma frecuencia, y entonces cayó el cierre de siempre, ese que es más que canción: ‘Es como la cocaína’. Y ahí, en medio del clímax, Natos lo dijo todo sin decir mucho: “Me quedaría aquí toda la vida.”

Natos y Waor y su parón en 2024.

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