¿Cómo es posible que el pasado lejano también conjure el futuro? En un extremo, las reliquias tangibles de civilizaciones lejanas; en el otro, el estado inimaginable del mundo dentro de unos siglos. La última colección de Julien Dossena para Paco Rabanne se sitúa en el reino del espejismo, donde los mitos y artefactos que perduran colisionan con las historias soñadas, donde la realidad se difumina con lo ilusorio.
Esta arqueológica expresión de Rabanne está anclada en el presente por su materialidad y sentimiento. Es una reflexión sobre la artesanía de las primeras prendas y sobre la evolución de la actual. También es una exploración de la relación entre tacto y sensualidad. De un look a otro, el cuerpo se adorna y se revela provocativamente. Toma forma una poderosa representación femenina: escultural, sin miedo, que atraviesa el tiempo.
Prendas tradicionales y coberturas, como pantalones sarouel, tops con pañuelos doblados, faldas drapeadas y shorts se reinterpretan y embellecen con bordados geométricos metálicos, flecos metálicos y cordones. Los tejidos crudos y rústicos interactúan con elaborada pedrería, mientras que los hilos dorados sueltos sugieren un estado de bella decadencia. Sin embargo, hay una historia paralela: chaquetas de sastrería con fruncidos frontales, cinturas escotadas se trabajan desde distintos ángulos y los pantalones slouchy señalan una actitud grunge.
El drapeado, por su parte, se inspira en las representaciones de estatuas antiguas de mármol, desde los delicados pliegues de la tela hasta las impresiones serigráficas que captan la luz y la sombra con realismo. Los looks de punto y tejidos de lana y cáñamo rinden homenaje a sheila hicks, con siluetas contorneadas que dan paso a densos volúmenes de fibra a capas.
La piel no sólo se expone, sino que se compromete con la experiencia material: el balanceo de malla metálica líquida contra la pierna, el escalofrío de un ensamblaje de discos de madera bruñida y plumas de pavo real. Más allá del negro, el dorado y el plateado emblemáticos de Rabanne, los tonos degradados del desierto, el cobre luminoso y tonos fríos de azul y lila realzan aún más la piel.
Los materiales escultóricos aportan un toque místico, ya sean colgantes para la frente, cinturones formados por esferas brillantes o sandalias realzadas con cristales de roca. Las botas caladas con suela curva lucen un diseño de finas tiras que trepan por la pierna, como al estilo gladiador.
Dossena revisita ‘nues’, la icónica serie del fotógrafo Jean Clemmer en colaboración con Paco Rabanne protagonizada por mujeres casi desnudas con cadenas. Eróticas y poéticas al mismo tiempo, estas imágenes de 1962 aparecen en camisetas de tirantes, entre ellas una con un vestido de cristales Swarovski y malla metálica. El efecto es como una mimesis inversa que subraya el misterio y el deseo siempre presentes en Rabanne.
Club 57: el punto de encuentro entre Paco Rabanne y Spotify.
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