La guerrera imaginada por Paolina Russo abre un nuevo capítulo de su peregrinaje suburbano. Para SS26, la diseñadora londinense —junto a Lucile Guilmard— deja atrás el asfalto para subir a las montañas. Los tonos pasteles se mezclan con arcoíris en un collage que parece pintado con ceras y rotuladores de tiza: la paleta de un cuaderno de infancia.
Entre prints pintados a mano y guiños a la ropa de deporte de montaña, la escena tiene algo de Laura Ashley remix, una inocencia rural que choca con una energía de marimacho. Su icónica cápsula de team sports se reinterpreta en vestidos de gasa con flores y logos garabateados —dibujados en colaboración con el fotógrafo Petros— y en jerseys patchwork de algodón que recuerdan a los equipos vintage de los 90. Un henley top con falda de picnic fruncida se convierte en uniforme de una heroína que asciende a la cumbre con las mejillas sonrojadas por el viento.
Los warrior knits evolucionan en camisetas de tirantes a rayas; los cardigans con cremallera y las faldas peplum en lino y algodón, son como una lectura ligera de los diseños propios de la época invernal. La pieza estrella de la colección: un hoodie artesanal tejido a mano en Perú junto a las artesanas de Maison Arnaychay, bordado con garabatos de corazones en un arcoíris.
Los Core Illusion knits muestran degradados en spray sobre polos numerados y babydoll tees patchwork, mientras los tracksuits de estampado picnic llevan el encanto bucólico directo al streetwear.
Fotografiada por Meen Kyung Kim, la campaña respira collage de los primeros días de internet, con el espíritu de los MS Paint de los 2000. Paolina Russo y Lucile Guilmard vuelven a tender puentes entre lo que es el DIY y la tecnología textil, creando un uniforme de girlhood absoluto. Como si gritara un “las chicas son guerreras” en versión 2026, Paolina Russo firma una colección que celebra la fuerza de la comunidad femenina y la imaginación propia de un niño.
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