En la era digital, donde la inmediatez de Instagram define nuestras percepciones estéticas, es comprensible que las tendencias fotográficas se reinventen con frecuencia. Una de las más recientes es la proliferación de imágenes que enseñan actos mundanos como la cesta de la bicicleta; la compra en la cinta de pagar o la bandeja que se suministra en el aeropuerto en los controles de seguridad. Esta tendencia no es un fenómeno aislado, sino una evolución de la narrativa visual que busca capturar la esencia de la vida cotidiana y responde a un deseo de encontrar belleza y significado en los momentos más simples y ordinarios.
Esta idea no es nueva; el arte y la literatura han explorado lo cotidiano durante siglos, pero las redes sociales han democratizado este enfoque, permitiendo a cualquiera capturar y compartir su vida diaria. Formatos como «What’s in my bag» es una muestra más de que documentar lo cotidiano se convierte en una forma de resistencia ante la saturación de contenido perfectamente curado que domina las redes sociales. Ya sea una Dior Saddle Bag o una bolsa de tela, auriculares AirPods o un Walkman, lo importante es revelar algo íntimo sobre uno mismo, proyectar cómo quieres ser visto y compartir nuestra visión del mundo.
Otra tendencia que ha surgido en redes sociales ligada en la búsqueda de la autenticidad es el éxito de la Messy Bag. La Messy Bag consiste en adornar tu bolso con colgantes y otros accesorios, siguiendo el icónico estilo del Hermès de Jane Birkin. Este fenómeno llevó a que los amantes de la moda a añadir una pizca de caos y personalidad a sus accesorios, haciendo que cada bolso contara una historia única. Sin embargo, como está pasando con cada tendencia que sale, Instagram y TikTok se inundaron de bolsos repletos de llaveros y muñecos, convirtiendo algo único en una mera fórmula replicable.
Sin embargo, no dejamos de pensar que muchas de las fotografías que parecen instantáneas espontáneas están cuidadosamente planeadas. Los usuarios seleccionan meticulosamente qué aspectos de su vida mostrar, eligen el mejor ángulo, ajustando la iluminación y aplicando filtros. Esta curaduría minuciosa puede hacer que las fotos parezcan naturales y sin esfuerzo, pero detrás de ellas hay un proceso deliberado que busca proyectar una imagen específica. De esta manera, estarían construyendo una versión idealizada de su vida diaria con la intención de buscar una validación social. ¿Hasta dónde va a estar el limite?
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