La astenia primaveral no está considerada como una enfermedad o cómo una patología. Más bien está considerada como un trastorno o una pequeña alteración adaptativa. La astenia primaveral suele coincidir con la llegada o la entrada de la primavera. Es decir, en el momento que los días empiezan a tener más horas de luz, las temperaturas suben y hace más calor e incluso también la presión atmosférica cambia. Todos estos cambios ambientales unidos a los cambios horarios que se producen, en ocasiones nos hacen sentirnos y tener sensaciones de apatía, nostalgia o de tristeza. Te contamos sus síntomas y algunos consejos para poder combatirla.
Síntomas de la astenia primaveral
La astenia primaveral no tiene unos síntomas palpables, ni claramente definidos sino que engloba desde una sensación inexplicable de tristeza hasta algo tan inespecífico como “pocas ganas de hacer nada”. Todo ello se acompaña de signos y síntomas físicos. Estos son los que se describen con más frecuencia:
Alteraciones del estado general (cansancio, fatiga, debilidad).
Tensión baja y mareos.
Debilidad muscular y articular.
Dolor de cabeza.
Dificultad de concentración en todos los ámbitos, trastornos de memoria y fatiga intelectual.
Falta de motivación, tristeza y apatía.
Irascibilidad, cambios de humor, melancolía inexplicable.
Problemas digestivos, pérdida del apetito o aumento de la sensación de hambre.
Alteraciones en el sueño (insomnio o intensa sensación de sueño).
Pérdida o disminución de la libido sexual.
Consejos para combatirla
Sigue una dieta rica en vitaminas y minerales. Una alimentación rica en verduras de hoja verde, frutas, legumbres y cereales integrales ayuda a tu sistema inmunitario. De esta manera, proporcionarás a tu organismo las vitaminas A, E, C y del grupo B, antioxidantes, y los minerales que necesita para combatir la fatiga y el decaimiento.
Mantente hidratado. El cambio brusco de temperaturas trae consigo un aumento del sudor. Tu cuerpo necesita recuperar esos líquidos para evitar deshidratarse. Además, estando hidratado ganas vitalidad, así como disminuyes la baja presión arterial síntoma de la astenia.
Practicar ejercicio físico. Realizar ejercicio físico aunque sea moderado o leve de forma regular ayuda a liberar tensiones, así como a reducir cuadros de depresión y ansiedad y mejorar tu descanso nocturno.
Respetar los horarios de sueño: mantener horarios fijos para acostarse y levantarse, garantizar un tiempo de reposo adecuado (un adulto sano debería dormir un mínimo de 7 horas diarias), disponer de un ambiente adecuado y elementos confortables para el descanso.
Aumentar las actividades al aire libre. Aunque parezca que este factor no es tan relevante, las actividades y los ratos al aire libre repercuten positivamente en nuestro estado de salud general. El sol es fuente de salud y aporta vitalidad.
Prestar atención a nuestras emociones. En ocasiones, la astenia nos provoca ansiedad, estrés, incluso trastornos depresivos. Es conveniente identificar aquellas situaciones que nos generan malestar para poner en marcha recursos y estrategias que nos permitan afrontarlas de la mejor manera.
Mantener una rutina. Los cambios en las rutinas diarias suelen generarnos una ligera inestabilidad nada conveniente para minimizar los efectos de la astenia. En la medida de lo posible mantén una regularidad en tus horarios.
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