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¿Qué significará para Maison Margiela que Glenn Martens esté a la cabeza de su diseño? 

¿Inaugura Glenn Martens una nueva era de Maison Margiela o será simplemente una mayor profusión de su ADN?

¿Qué significará para Maison Margiela que Glenn Martens esté a la cabeza de su diseño? 

Cuando un nombre como Glenn Martens se cruza en el camino de una casa como Maison Margiela, algo grande está por suceder, de eso no tenemos ninguna duda. La entrada de Martens como director creativo de la maison no es solo un cambio de guardia; es una propuesta radical de transformación, un giro inquietante en una historia ya compleja. Además, vivimos un momento de cambios constantes en las direcciones creativas de las grandes casas de moda. Lo que solía ser una firma con una identidad definida durante décadas, hoy es un tablero de ajedrez donde las marcas reconfiguran sus estrategias con nuevos nombres en la cima: Dior, Loewe, Valentino, Gucci, Chanel… La pregunta en el caso de Maison Margiela con el nombramiento de Glenn Martens como su director creativo es:  ¿estamos ante una revolución o más bien ante una profundización de la visión original de la marca? La respuesta, como siempre con Margiela, es incierta. Y esa incertidumbre es exactamente lo que lo hace tan interesante.

Margiela nunca ha sido una marca para los que buscan respuestas claras. Su firma siempre fue la deconstrucción, la reinterpretación de lo tradicional, la ruina de lo predecible. Bajo John Galliano, esta deconstrucción se convirtió en un arte narrativo: prendas que hablaban, casi gritaban, de opresión, historia, y distorsión de la identidad de los individuos. Ahora, Martens toma las riendas y, aunque comparte el mismo ADN de alterar y descomponer, su lenguaje es distinto.

Martens nos ha mostrado que deconstruir no tiene por qué ser necesariamente oscuro ni teatral. Ahí tenemos el ejemplo de su trabajo en Y/Project y el de Diesel. Su deconstrucción es más juguetona, más alegre. Para los fieles seguidores de Maison Margiela, esta transición podría ser una sorpresa. ¿La esencia de la marca se diluirá? O, por el contrario, ¿el propio Martens encontrará una manera de expandir ese concepto, llevándonos a un nuevo nivel de experimentación? Este es un nuevo tipo de deconstrucción, que busca reconfigurar la realidad en formas completamente nuevas quizás es lo que Margiela necesitaba para sobrevivir al panorama actual. ¿Y qué pasa cuando alguien que entiende la deconstrucción desde una óptica radical como Glenn Martens entra en una marca que ya nació con ese ADN?

A los amantes de Margiela les encantan las siluetas imposibles, dramáticas, intrigantes, los cortes que rompen con la simetría perfecta. El volumen es un pilar fundamental, y tanto Martens como Margiela lo comprenden bien en su modus operandi. Sin embargo, la diferencia está en cómo este volumen se plantea. Mientras que en Margiela el volumen siempre ha tenido un toque minimalista, casi frío, con un enfoque conceptual sobre cómo el cuerpo debía interactuar con la prenda, Martens ha hecho del volumen una explosión casi caótica. Cada prenda en Y/Project se siente como una transformación, un “antes” y un “después”. Entonces, ¿es este el futuro de la casa Margiela? ¿Más volumen, más disrupción visual, más desbordamiento de la forma?

Y si hay otra cosa que ha caracterizado a Maison Margiela es su juego con la identidad: el anonimato. Las prendas no son un manifiesto sobre el cuerpo, sino un comentario sobre la prenda misma. Las prendas eran casi una cáscara vacía, cuyo valor no venía de la identidad del portador, sino de la transformación radical que representaban. Bajo la dirección de John Galliano, a idea de la ausencia de identidad continuó, pero de una forma más teatral y barroca. Galliano no traicionó la esencia de Margiela, pero sí la transformó en algo más escénico, más literario. El reto aquí es ver cómo Martens juega con esta identidad desmaterializada en una marca que, desde sus inicios, ha jugado con la idea de lo oculto, lo misterioso. Para Margiela, la ropa nunca ha sido solo ropa; ha sido una declaración sobre la ausencia, el vacío. La pregunta es si Martens llevará esta reflexión aún más lejos, hasta el punto de transformar la prenda en un espacio vacío que el cuerpo habita pero no define. 

¿Realmente viene un nuevo Margiela o es solo un espejismo?

En este cruce de caminos, Y/Project y Maison Margiela tienen algo en común que no podemos pasar por alto: ambos toman lo básico y lo llevan al terreno de lo conceptual. Martens ha demostrado ser un maestro en transformar prendas tan cotidianas como un pantalón o una camiseta, mientras que Margiela siempre ha tenido la habilidad de convertir lo “básico” en una pieza que desestabiliza nuestra percepción convencional del mundo. Pero ¿qué pasa cuando un diseñador como Martens, conocido por su enfoque experimental, se encuentra con una maison cuyo poder radica precisamente en desmontar lo que conocemos? La marca ha sido siempre una propuesta de desconcierto, y lo que Martens aporta es una forma más explícita de subversión.

Por eso, quizás, el futuro de Maison Margiela bajo la dirección de Glenn Martens no sea un cambio radical, sino más bien una revisión de los códigos que la hacen tan única y particular. La esencia de la marca permanecerá intacta, pero la manera en que Martens nos llevará a esos territorios inexplorados será deliberadamente más visceral, pero igualmente reflexiva, esperemos.

La cuestión no es si gustará lo que viene, sino si la industria, y nosotros como espectadores, seremos capaces de entenderlo. Los críticos seguidores de Maison Margiela estarán vigilando.

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