Pues aquí estamos Álvaro (@ley_enda) y yo en una casa con vistas a la Biblioteca Nacional y la plaza de Colón. Pura zona noble madrileña. En la mesa hay un par de copas de vino blanco y dos chupitos de agua de mar. Nos rodean facsímiles de códices medievales de altísima calidad. Tres sillones. Álvaro a mi lado y enfrente la razón de que estemos aquí. Entre nosotros y nuestro anfitrión no hay ningún elemento físico que impida la transmisión directa de energía. Esto es necesario en este caso. De fondo un ordenador portátil reproduce música latina a un volumen “colchón”.
Nuestro anfitrión no deja nada al azar en lo que a su imagen se refiere y comprueba que su posición es la perfecta para que la luz haga un efecto favorecedor sobre sus facciones. Iluminación alógena cenital.
“Nunca es el momento adecuado para nadie, ni siquiera para los que te quieren, pero porque es la cultura. Luego cuando ya tienes una edad: que tenías que haber empezado antes. ¿En qué quedamos?”
Romano Aspas. Este es nuestro anfitrión. Estamos en la jodida casa de Romano Aspas tomando un vino y charlando de su carrera. Lo cierto es que yo no debería estar bebiendo, dado que ayer se me complico un poco la cosa y…bueno que eso da igual ahora.
“Sin arrogancia. Pero esta sería la primera vez que me propongo algo y no lo consigo”
Para quien no sabe quién es Romano Aspas. Pues no sé como explicárselo. En respuesta a mi primera pregunta, él se define como: emprendedor. La verdad que yo solo conocía su faceta como instagramer. El País lo define como nanoinfluencer. Él se define como extraterrestre. Intérprete. Artista.
Lo que yo veo es un hombre de unos 40 o 50 bien llevados. Sano. Carismático. Excéntrico. Con muchas dobleces. Educado. Ambicioso. Muy ambicioso. No se hasta que punto, demasiado ambicioso. Lo que está claro es que es un hombre con mucha confianza. De esas personas que son capaces de hacer con cierta dignidad lo que para cualquiera de nosotros sería un viaje directo a la vergüenza propia y ajena, y una humillación pública solo restaurable con un cambio de país y un corte quirúrgico con nuestra vida pasada.
“Artistas que llevan tiempo y me preguntan ¿cómo lo has conseguido? Posicionarte como estás. Bueno, para donde están ellos, me ven como si; a ver esto es cómo todo: depende dónde estés pues puedes mirar para arriba o para abajo, ¿no?; y entonces me ven y están mirando para arriba”
Llegados a este punto tengo que hacer un parón para ir al servicio. Aguas menores. Un agüita a la cara y seguir. Me miro en el espejo y pienso que hay que hacer un esfuerzo a veces. Que hay que aprovechar estas oportunidades que da la vida. Que estoy en la puta casa de Romano Aspas. Que por estas cosas es por las que me merece la pena escribir. En paralelo, y sin yo saberlo, Romano habla sobre el sufrimiento en la vida en su precioso salón. De su sufrimiento. De la época en la que iba a puerta fría como vendedor a comisión de libros medievales. Códices iluminados. Porque Romano Aspas, el alien, el friki de la vida y las esnifadas acuáticas, dormía, en sus propias palabras, en el: “Hotel Panda” (coche). Imaginaros la siguiente escena:
Cualquier ciudad de España. Junio. Romano Aspas llega de una larga jornada de venta de facsímil de códices medievales iluminados y se dirige hacia su Seat Panda. Entra, se mira en el espejo retrovisor interno, sonríe y se empieza a desnudar. La americana la cuelga en la percha que recordó coger antes de salir de casa de sus padres en Valencia. Zapatos fuera. Botón a botón va quitándose la camisa con cuidado de no arrugarla más de la cuenta ya que al día siguiente va a necesitarla en plenas facultades. Los pantalones los dobla perfectamente, con mucho cuidado, de forma metódica, y los coloca en su respectiva percha. Entonces empieza el ejercicio inverso al de desnudarse teniendo como protagonista un pijama perfectamente limpio y doblado. Aun huele a suavizante y evoca en Romano imágenes de su casa y de su madre. Se siente tan a gusto que pronto le invade el sueño. Romano se acomoda en la parte trasera de su pequeño coche formando un ovillo con su cuerpo y cae en el sueño. Todo está inmóvil y en silencio. Esta inmovilidad solo se rompe con algunos movimientos involuntarios del cuerpo del vendedor mientras sueña que se encuentra en un gran escenario cerca del mar. Una banda de música cubana le respalda mientras canta una canción que aun no conoce. La temperatura es perfecta y Romano es más feliz que nunca. Más feliz que lo feliz que el es siempre. Estos sueños le recuerdan su futuro.
“Tienes que intentar ir más a la naturaleza. Ya que no puedes ir a la playa. Hay personas que eligen irse de fiesta y estar de resaca. No puede ser que nunca tengas tiempo para estar en la naturaleza que es donde recibes la energía, ¿Sabes?”
“El universo es un espejo”
La conversación es mucho más profunda y seria de lo que esperaba. Siento un poco de decepción por esto. Esperaba una locura. Pero también me gusta esto. Romano Aspas no está loco. Repito: ROMANO ASPAS NO ESTÁ LOCO. Le aviso de que vamos a hacerle alguna pregunta más atrevida. El nos avisa de que va a contestar a lo que pueda. Hay va:
Jerva (H.-) ¿Viviste la ruta valenciana?
Romano Aspas (RA) – Sí. Me iba a casa en cuanto salía el sol.
H.- ¿Te gustaba esa música?
(RA) – NO. Quizás por eso no la viví mas.
H.- ¿No te has drogado nunca?
(RA) – Bueno, he probado alguna vez el alcohol. Algún porrillo. Reconozco que, la he probado y que, bueno, la marihuana, bueno, fluyes bastante bien. Pero como intento ser inteligente emocional ni siquiera se liar. Si hubiera aprendido iría a algún sitio a que me borrasen como liar jajajaja.
La música de fondo sigue sonando y yo tengo mas calor del que debería. Estoy borracho. Se confirma. Agradezco entonces que todo se esté grabando y a la vez me abochorna la introducción estúpidamente larga que hago, citando a Michel Granger y su “Extraterrestres en el exilio” para no llegar a preguntar, directamente, lo que quería preguntar:
H.- ¿Te sientes extraterrestre?
(RA) – Científicamente todos somos aliens porque somos polvo de estrellas. Esto es científico. En nuestro organismo. En nuestros componentes orgánicos.
En el fondo todos somos aliens. Como las capacidades de nuestra mente; que no las despertamos. Es cómo un músculo que no ejercitamos.
Para mi Michael Jackson lo calificaría como alien. La madre Teresa de Calcuta. Jesucristo. Frank Sinatra. Elvis. Nuestro artista español más internacional: Julio Iglesias. Camilo. Enrique Iglesias. Toda su familia. Mucha más gente. Vosotros mismos sois dos aliens.
“Todos los manuales para el éxito en la práctica se derrumban en la práctica. Todo se reduce a una gran convicción, perseverancia y…una dosis de suerte”
Esto es lo que Romano nos cuenta cuando le pregunto si se ha preparado de alguna manera para comunicar por Internet. De si es algo natural o hay un plan premeditado. De si ha creado ese personaje o el es así. Álvaro lo resume mucho mejor que yo y le pregunta directamente:
H.- ¿Tú te ríes contigo mismo?
(RA) – Sí, me entretengo. Sobre todo cuando hago los videos.
Nos explica que esa es una de sus reglas a la hora de crear y elegir los contenidos que publica. Él se pregunta: ¿me hace gracia este video selfie? Que la respuesta es SÍ; pues se publica.
Seguimos hablando. Cada vez hablamos más Álvaro y yo. Mal. Pero en un punto dado aparece el nombre de Cárdenas. No se si os acordáis de Cárdenas. No Cárdenas el de Onda Cero. Cárdenas el de Crónicas Marcianas. Cárdenas el de Arlequín, Tamara, Margarita Seis Dedos, Carmen de Mairena, etc. Cárdenas el precursor de los freaks en España. El mayor exponente de la humillación pública de personas excéntricas como contenido televisivo. FBI. Un contenido tan despreciable para el que lo crea como para el que lo consume. Un humor basado en la maldad y la humillación. Un humor que he consumido. Que he disfrutado. Porque en una medida u otra: todos somos un poco sádicos y nos gusta ver cómo hay gente peor que nosotros. Nos regocijamos en eso para reafirmar nuestro sitio en el mundo. Somos una mierda. Muchos y muchas veces.
No lo vamos a negar; de hecho, él no lo niega: ROMANO ASPAS es un personaje. NO hay nada malo en esto joder. Es un personaje. Un personaje dentro de un espectáculo que él mismo ha montado. Me imagino, que todo el mundo que haya visto Ali-G no piensa que Sacha Baron Cohen es un rapero oligofrénico que dedica su tiempo a fumar marihuana y ver porno, que realmente escaló en la política inglesa. Pues algo así pasa con Romano Aspas. Igual es una decepción para algunos. Bienvenidos al mundo real donde existe la ironía, el doble sentido y el sentido del espectáculo. No todo lo que ves tiene que ser real. No todo lo que ves es real.
H.- ¿Tienes miedo a qué la gente te siga para reírse de ti?
(RA) – No. Yo me doy cuenta de las reacciones que genero. Puede que haya alguno que se ría de mi, pero en general son positivas y… de liderazgo. Si me pongo unas gafas la gente las busca por ahí o me pregunta. Y quien dice las gafas, dice lo de esnifar vida.
“Yo esnifaba agua para descongestionar. En Formentera, además, que el agua es cristalina. Si fuera en otro sitio igual puedes pillar una bacteria.”
Romano Aspas es un líder. Un auténtico influencer. Romano Aspas ha inventado un mundo en el que hay muchas cosas. El cómo las utilices es tu problema pero nadie se está aprovechando de él. No está enfermo. No está loco. Su mensaje trae felicidad. Como un amigo mío me dijo en relación a cierta sustancia:
Si da ganas de reír, de dormir y de comer; muy malo no puede ser.
VIIIIIIIIDA.
ROMANO ASPAS x ANTIFAN FEAT. YE PEN YE
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Texto: Jerva ANTIFAN | @antifan_clubsocial
Muchas a gracia a Álvaro | @ley_enda
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