La conexión entre la visión vanguardista de Anthony Vaccarello y la dirección ejecutiva de Francesca Bellettini ha llevado a Saint Laurent a ser la nueva estrella de la galaxia de la moda. Una ascensión en la que hemos podido presenciar el renacer de la marca de culto, y su sincronización con el nuevo concepto del lujo, haciendo que llegue a lo más alto del grupo Kering.
Esa elevación con la que se Saint Laurent se ha convertido en una potencia de 3 billones, coincide con el declive de Gucci en China, tras un tiempo manteniéndose en lo más alto en ventas. Aún así, todo en la moda es nómada y cambiante, y los datos de Kering del último trimestre vuelven a demostrarlo: la marca retrocede en un ranking en el que llevaba destacando desde hacía unos años, y desciende el nivel de ventas respecto al primer trimestre.
EL VALOR DE KERING
Ya sea gracias a Saint Laurent como Bottega, Balenciaga o Alexander Mcqueen, los ingresos del grupo Kering han alcanzado los 5.130 millones de euros en el tercer trimestre. Un movimiento revolucionario impulsado sobre todo por la población China, más que por el mercado occidental, con el que se diluye el protagonismo imperante de la casa Gucci.
Y es que, los chinos fueron los primeros que se adentraron en el nuevo universo Gucci y vivieron con entusiasmo el giro creativo y subversivo de Alessandro Michele. Aún así, con el paso del tiempo, la firma parece no haber seguido el mismo modelo de negocio basado en las tendencias del mercado como el resto de marcas high-end. Sellos que han potenciado sus productos it y/o accesorios básicos de lujo venerados como los nuevos objetos de deseo contemporáneos por un público emergente protagonizado por las nuevas generaciones que ahora invierten en productos como el Saint Laurent de Hedi Slimane.
Esa ha sido precisamente una de las claves de Saint Laurent para reinventarse y mantenerse como player principal en el juego de la obsolescencia contemporánea. El refuerzo de la identidad de la marca a través de patrones repetitivos, así como su actualización de los arquetipos del chic parisino o de la chica YSL cool, conectan así con la reinterpretación constante de sus piezas icónicas para que no caigan en el olvido. De hecho, están más presentes que nunca.
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