Lo de Sen Senra no es una carrera musical. Es un fenómeno artístico en tres actos.
Una cartografía emocional. Una herida abierta que se escribe con guitarras, sintetizadores y una sensibilidad tan afilada que corta lo real.
Con VOL. III – El Retorno, se completa un ciclo que nunca fue concebido como una simple trilogía. Es otra cosa: un gesto radical de honestidad. Una arquitectura sonora construida sobre la idea del viaje, la pérdida, la identidad y el eterno retorno. Y también, claro, sobre una matrícula: PO2054AZ, la del coche de su padre. Una cifra anodina que se convierte en emblema. Un detalle que muta en mito.
Desde el principio, PO2054AZ se sintió más como una pieza de arte expandido que como un proyecto discográfico. En él conviven la crudeza del diario íntimo con la arquitectura de una obra total. Una especie de códice sentimental que archiva no solo la evolución de un artista, sino la temperatura emocional de toda una generación atravesada por el desarraigo, la hipersensibilidad y el deseo de reapropiarse de sí misma.
Si VOL. I (junio 2023) fue la apertura del portal —la grieta por donde se cuela la luz—, y VOL. II (noviembre 2024) supuso su expansión luminosa, entre lo pop y lo trascendente, VOL. III llega como ese instante preciso en el que se comprende todo lo vivido. El retorno no como nostalgia, sino como revelación. No como cierre, sino como visión.
El nuevo volumen se compone de 14 tracks inéditos, cuidadosamente curados como si fueran piezas de un museo afectivo. Las atmósferas son profundas, sin concesiones. Las guitarras parecen talladas a mano, con una crudeza que bordea lo artesanal. La producción no sigue tendencias: las reinterpreta desde un lugar inclasificable.
Destaca “Eternamente Joven”, un canto de batalla suave y feroz, donde la juventud se plantea como acto de fe. Le sigue “La Belleza”, que captura esa estética de los últimos instantes, donde todo brilla más justo antes de caer. Y “Padiante”, cantada en gallego, emerge como una afirmación radical de identidad, una vuelta al origen que no romantiza, sino que reconfigura.
Hay en Sen Senra algo de visionario y algo de médium. Su forma de entender el sonido y la palabra lo sitúan en una dimensión artística que dialoga más con los códigos del arte contemporáneo que con la lógica de la industria musical. Como un diseñador conceptual que disecciona lo emocional con precisión quirúrgica. Como un cineasta del alma.
En manos de Sen Senra, lo anecdótico deviene símbolo. Lo personal se universaliza. Y la música, lejos de ser solo vehículo, se convierte en territorio sagrado. Con VOL. III, Senra consagra su lugar como uno de los autores más visionarios del presente. Este proyecto no pide atención. Exige respeto. No busca complacerse. Busca quedarse. Como los libros que uno no presta. Como las cosas que se entienden después. Como el arte que no envejece.
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