En un contexto socioeconómico marcado por la inflación y la creciente desigualdad, el término staycation bautizado por The Washington Post se erige como la nueva tendencia estival. Este término inglés une dos conceptos: stay (quedarse, estar) y vacation (vacaciones). Es decir, quedarse o estar en casa durante las vacaciones. En lugar de destinos exóticos, ahora son las terrazas y las barbacoas en el jardín los símbolos de estatus. No obstante, esta moda también es objeto de críticas por romantizar la pobreza y disfrazar las limitaciones económicas como una elección cool.
La revalorización de lo cotidiano ha encontrado en la staycation su máxima expresión. Pasar las tardes en la piscina hinchable del jardín, redescubrir la propia ciudad o maratonear series en el sofá se ha convertido en la nueva narrativa para las vacaciones de verano. Sin embargo, esta idealización oculta una realidad más compleja. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 65% de los españoles no saldrá de vacaciones este verano, y de ellos, el 80% menciona razones económicas como el principal impedimento. La inflación desbordante y el aumento de precios en vuelos y alojamientos han hecho que, para muchos, la ‘staycation’ no sea una opción voluntaria, sino una imposición.
La narrativa de la staycation también genera una presión social para enmascarar la realidad económica. Las personas se ven obligadas a transformar una necesidad en una virtud para evitar el estigma de la pobreza, lo cual puede derivar en un ciclo de autoengaño y negación de los problemas financieros reales. La constante exposición de nuestra vida a través de las redes sociales también redefine nuestras expectativas de las vacaciones. Esta dinámica refuerza la brecha entre la percepción y la realidad, complicando la identificación y solución de las dificultades económicas subyacentes.
Quedarse en casa no es intrínsecamente negativo. En un mundo post-pandemia, donde el descanso y la salud mental son prioritarios, disfrutar del hogar tiene sus ventajas. Sin embargo, es crucial no perder de vista las razones subyacentes que han llevado a la popularidad de la staycation. No se trata solo de una tendencia, sino de un reflejo de una situación económica tensa y desigual. No se trata solo de quedarse en casa, sino de entender y abordar las realidades económicas que obligan a muchos a hacerlo. La verdadera pregunta es: ¿Hasta cuándo seguiremos sosteniendo esta situación?
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