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Super Bowl 2025: estos han sido los mejores momentos

Kendrick Lamar ofreció un show que se convirtió rápidamente en una reivindicación del poder del rap como motor de cambio cultural.

Super Bowl 2025: estos han sido los mejores momentos

Anoche, el Caesars Superdome de Nueva Orleans fue escenario de algo más que un espectáculo musical. Kendrick Lamar, el rapero que ha logrado redefinir lo que significa ser un artista, ofreció un show de medio tiempo que se convirtió rápidamente en un grito político, un acto de resistencia y una reivindicación del poder del rap como motor de cambio cultural. Frente a la mirada atenta de millones de personas, incluido el presidente Donald Trump, Lamar entregó una performance que fue todo menos convencional: una mezcla de provocación y esperanza, de arte y mensaje social.

Samuel L. Jackson como el Tío Sam

La introducción del espectáculo estuvo marcada por la presencia de Samuel L. Jackson, quien, enfundado en el icónico traje del Tío Sam, apareció para hacer comentarios mordaces sobre lo que estaba por suceder. Con su tono irónico, el actor de Pulp Fiction dejó claro que lo que vendría no sería un show tradicional, ni mucho menos un espectáculo apolítico. “¡Demasiado fuerte, demasiado imprudente, demasiado gueto!”, gritó mientras observaba a Lamar, anticipando la controversia que desataría la mezcla de hip hop, crítica social y sátira política.

La referencia a Drake y el mensaje oculto

Uno de los momentos más sutiles pero cargados de tensión llegó cuando Lamar apareció con un collar que portaba un colgante con la inscripción «a minor». Un guiño a una de las letras de su tema Not Like Us, pero también una manera de poner sobre la mesa la compleja relación con su rival Drake, con quien las tensiones no han cesado. “I wanna play their favorite song but you know they love to sue”, dijo Lamar, lanzando una punzada a la industria musical, dejando en claro que las disputas legales, como las que ha tenido con el rapero canadiense, son solo una parte del juego que juega Lamar.

https://twitter.com/ericseals/status/1888767112174354674

Serena Williams y el regreso del crip walk

Serena Williams se unió al espectáculo para ejecutar un crip walk, el icónico paso de baile originado en las calles de Compton. Este movimiento, asociado históricamente con las pandillas afroamericanas, ha sido una forma de reivindicación cultural, y en el contexto del Super Bowl, su inclusión fue un acto de resistencia visual. No es la primera vez que Williams utiliza el crip walk para reivindicar su identidad, como lo hizo en los Juegos Olímpicos de 2012, y anoche, con su presencia, marcó un punto más en su carrera como ícono de la cultura negra. Además, salió justo a bailar en el tema que le dedica Lamar a Drake, siendo ella la expareja del rapero de Toronto.

https://twitter.com/1GAandVBfreak/status/1888766493875150858

Los bailarines y la bandera estadounidense

La coreografía del show fue un homenaje visual a la identidad afroamericana y a la cultura estadounidense. Los bailarines, vestidos de blanco, rojo y azul, representaron la bandera de los Estados Unidos en una performance que fue profundamente simbólica. La imagen de los bailarines agrupados en torno a Lamar, quienes en un momento formaron la bandera y luego la «dividieron», fue una declaración sobre la división interna de la nación, sobre las grietas que atraviesan la sociedad estadounidense. Esta imagen, cargada de significado, no tardó en inundar las redes sociales.

https://twitter.com/NYplaid/status/1888774168973398060

La bandera palestina como símbolo global

Y, como si no bastara con todo lo que se había dicho hasta ese momento, Kendrick Lamar aprovechó el micrófono mundial para lanzar un mensaje de solidaridad. Tras haber hablado de la lucha de los afroamericanos y de las desigualdades dentro de Estados Unidos, el rapero izó la bandera palestina, un acto que simboliza no solo su compromiso con las causas locales, sino también su apoyo a las luchas globales por la justicia y la equidad. En la bandera, además de la imagen de Palestina, se incluyó un corazón, una mano cerrada y los nombres de Gaza y Sudán, visibilizando a aquellos que, como los afroamericanos en Estados Unidos, han sido históricamente oprimidos.

El silencio de Trump y la respuesta de Lamar

Mientras el Super Bowl se desarrollaba, el presidente Donald Trump, presente en el estadio, no emitió comentario alguno sobre la actuación de Lamar, pero sí aprovechó la ocasión para atacar a otros artistas, como Taylor Swift, a través de su cuenta de Truth Social. Sin embargo, el gesto de Lamar no estaba dirigido a la aprobación de figuras como Trump, sino a la memoria colectiva de los espectadores. Como había dicho en una entrevista previa al evento, «la música rap sigue siendo el género de mayor impacto», y anoche, Lamar dejó claro que su lugar en la historia ya está asegurado.

Este no fue solo un show de medio tiempo. Fue una reivindicación del poder del arte, del mensaje político y de la resistencia cultural. Kendrick Lamar logró hacer lo que pocos artistas se atreven: no solo entretener, sino dejar una huella indeleble en la memoria de quienes lo vieron, transformando el Super Bowl en un espacio para la reflexión sobre la identidad, la opresión y el poder de la música para cambiar el mundo.

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