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La explosión de la estética furry

El regreso de los calentadores y las botas Yeti conforma todo un imaginario en tendencia dedicado a la estética furry.

El accesorio que desencadenó esa catarasis de amor y odio en los 2000 se eleva ahora a categoría de culto en las calles y en la pasarela. Los calentadores vuelven a estar de moda: una tendencia que ya empezó a proyectar el balletcore, mediante outfits fetichistas enfundados en leotardos, jerséis envolventes y leggins acampanados. De ese núcleo se pasó a otra dimensión: el de las botas yeti, conformando todo un imaginario de estética furry, acolchada o cozy que vestirá los looks invernales de las tribus urbanas.

El movimiento fugaz de las micro-tendencias sigue su curso: productos que explotan como estrellas y se desvanecen en lapsos de tiempo, haciendo que los calentadores vuelvan a formar parte del circuito y a reinventarse a través de la moda. Ese accesorio que vibró en los años 80 de la mano de referentes como Janes Fonda, Madonna o Pamela Anderson, y que nos cortocircuitó durante los años 2000, se redescubre ahora por parte de las nuevas generaciones, que abanderan más de 120 millones de visualizaciones en Tiktok.

CALENTADORES Y BOTAS YETI

Los calentadores se remasterizan ahora en un formato más grunge o DIY en una paleta de colores neutros, que se alejan de la excentricidad original del accesorio. E incluso divergen de sus construcciones originales en punto, como la versión preppy de Miu Miu FW22 con puños beige y grises, para presentarlas en clave denim, sincronizándose con el boom actual del material. Vaquera, para su temporada Fall 22, reinterpretó asimismo el accesorio a través de una estética maximalista y acolchada en tonos rojos en concordancia cromática con el total look.

Más allá de la pasarela, iconos de la moda como Bella Hadid, Rosalía o Dua Lipa han destacado por ser usuarias activas de este accesorio que revolucionará el streetstyle. Un movimiento de ascensión que también han experimentado las botas Yeti, acolchadas o furry, volviendo a evocar el efecto o la fiebre Y2K.

El poder y la magnitud de las botas se extendió a lo largo de todas las propuestas de la temporada pasada: desde la de Matthieu Blazy para Bottega Veneta, y su versión Mary Jane en fucsia, hasta las de Rick Owens u Ottolinger diseñadas a través de la técnica cut-out. Toda esa influencia deriva entonces en una estética glorificada por la Generacion Z, que siendo una de las más experimentales y creativas de la historia, dará lugar a infinitas versiones de la silueta.

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