¿Sabéis cuando esa adrenalina kamikaze toma el control? Cuando sabes que vas a saltar al vacío y que vas a caer en el mismísimo infierno. Pero te da igual. Porque ya lo has decidido. Vas a saltar y punto. Pues esa fuerza sin frenos es Tedros. Un tío que no está ni bueno. De hecho, te produce hasta grima. Pero, amores, de grima a muy sexy, por difícil que parezca, hay un camino muy corto. No sé si es lo oscuro, lo sucio o esa falsa sensación de control. Quizás la mezcla. O lo desconocido que quieres conocer. Un poco de James Franco meets Pete Doherty. El hotnessdesenfadado pero descuidado de uno, el trash completo del otro. Pero todo a la vez. El hijo que Kate Moss y Pete Doherty nunca tuvieron. Sí.
Tedros es el retrato de un perfil que abunda en la industria de la música actual. Tipos que no tienen ni la más remota idea de lo que están haciendo. Pero que tienen la habilidad de hacer ver todo lo contrario. Tienen una confianza ciega en sí mismos que les permite controlar todas las situaciones, aunque estén improvisando. Simplemente porque confían más en sí mismos de lo que nunca hará el resto de gente con la que se relacionan. Y la intuición. La habilidad de leer a una persona que no conocen de nada en una mirada. Tedros, tiene mucho de eso. En dos segundos es capaz de entender los básicos de alguien y usarlos a su favor. Especialmente el trauma. En realidad es la definición clara del tío manipulador. Es una de esas personas que crea situaciones de vulnerabilidad, que te invita a compartir momentos duros de tu pasado de los que no formó parte. Ni estaba ni se le esperaba. Pero precisamente por eso, porque no estaba, se va a encargar de decirte que si él hubiese estado ahí eso no habría pasado. Él te hubiese salvado. De primero de manipulación, vaya.
Tedros es un buscavidas. Sí. Pero un buscavidas con talento. Y eso es peligroso. Tedros no ha tenido la oportunidad de dejar de improvisar. Aún. Pero parece que ha llegado. Veremos si la aprovecha o se le escapa.
Nota general; el episodio 3 funciona. El sexo es un poco too much. Pero ya sabéis que eso vende. Sobra la escena de él con la cabeza entre las piernas de ella en el asiento trasero de un coche de lujo que circula por Rodeo Drive. También la escena de sexo en un probador de Valentino. Aunque el product placement está hecho de manera inteligente. Champán Valentino Exclusive. Necesito una copa. O dos. Y si The Weekend me estrangula en el proveedor de La Maison mientras me las sirven, mejor. Pensándolo bien, igual la escena en cuestión no sobra tanto, no sé. El sexo vende, porque en realidad, todos queremos de eso. Y punto.
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