Tienes que haber oído hablar de la vitamina C y no es de extrañar porque, junto con el ácido hialurónico, está en el pódium de activos presentes en las rutinas faciales. Aunque el título oficial es vitamina C, la puedes encontrar en múltiples versiones, “desde su opción pura, que aparece en el listado de ingredientes como ascorbic acid, hasta en sus derivados, como los glucósidos de vitamina C, los etilados o los fosfatos de vitamina C, por citar algunos de ellos”, explica Daniel Jiménez, cosmetólogo y director técnico de Skin Generics y CEO de BeLab Services.
La vitamina C es un ingrediente perfecto para ser introducido en tu rutina facial, ya que ofrece numerosos beneficios a tu piel. “Destaca por su acción antioxidante para evitar que aspectos como la radiación ejerzan su acción negativa en la piel. Asimismo, reduce la pigmentación de la piel al inhibir la producción de la melanina, causante de las manchitas. Asimismo, aporta luminosidad y es perfecta para reducir arrugas, finas líneas y recuperar firmeza, ya que le ayuda a la piel a producir nuevo colágeno y elastina para que se vea más tersa y jugosa”.
La diferencia entre la vitamina C pura y sus derivados
En realidad, la vitamina C pura es la más eficaz a todos los efectos, pero también tiene muchos contras. “El ácido ascórbico es súper inestable. Esto quiere decir que se oxida con mucha facilidad, ya sea cuando entra en contacto con el aire o con la luz. Cuando se oxida, la vitamina C pierde su acción antioxidante y se puede volver prooxidante”. Pero entonces… ¿la usamos o no? “Es muy eficaz, pero se debe acudir a ella cuando sepamos que su estabilidad está asegurada, por ejemplo, porque venga en ampollas monodosis. De esta manera, aseguraremos que, al ser un formato de un solo uso, no dará margen de que la fórmula pierda su estabilidad”.
La opción pura es perfecta cuando queremos un resultado flash en momentos concretos, pero si hablamos de producto de uso diario, “es mejor decantarse por tónicos, serums o cremas formuladas con derivados que son mucho más estables y que reducen los posibles efectos adversos de la vitamina C pura, la cual es más compleja a la hora de combinarse con otros cosméticos de nuestra rutina, como el retinol o los ácidos exfoliantes. Una vitamina C pura puede irritar o sobre exfoliar la piel en este caso”.
“Si quieres un producto de uso diario que te aporte cuidados de manera estable y sin preocupaciones, apuesta por derivados”. Ahora bien, si quieres un resultado flash, porque por ejemplo vas a una boda o a un evento o porque tienes la piel apagada y quieres resultados rápidos… “opta por una ampolla, aunque luego la continuidad la sigas con otro cosmético que incluya vitamina C y sea más estable y menos proclive a posibles efectos secundarios, cuando hablamos de usos continuados”.
Sigue toda la información de HIGHXTAR desde Facebook, Twitter o Instagram