Es una idea común pensar que tener tu propia marca de ropa es el culmen del éxito para un diseñador de moda. Sin embargo, algunos diseñadores de fama mundial han decidido mantenerse trabajando para una marca en concreto en lugar de lanzar la suya. Y es que el lanzamiento de una marca propia es un proyecto de alto riesgo, incluso si te apellidas Ghesquière o Slimane.
En primer lugar, para lanzar una marca propia de moda hay que hacer frente a unos gastos de capital exagerados. Se estima que un diseñador estándar necesita aproximadamente tres millones de dólares para que su empresa de confección esté lista, sumando todos los gastos que precisan inversión previa: alquiler de espacios, personal de apoyo, relaciones públicas y un largo etcétera. La industria de la moda es, de hecho, una de las que más difícil acceso tienen si no cuentas con una cuenta corriente opulenta.
Es evidente que esta inversión no supone un obstáculo tan grande para un diseñador que ya cuenta con cierta reputación como para uno recién graduado que no cuenta con una familia capaz de sustentar económicamente estos gastos de negocio. Aún así, se trata de un riesgo económico bastante alto que frena la idea de emprendimiento de muchos diseñadores, por mucha veneración que ya tengan en la industria. Alber Elbaz, Hedi Slimane, Nicholas Ghesquière o Phoebe Philo son algunos de los diseñadores más admirados del panorama actual que han decidido trabajar siempre dentro de una firma.
Mantener una marca no es fácil: hoy día, la moda se ha transformado más que nunca en un negocio en el que la creatividad y la artesanía quedan en un segundo plano y, sencillamente, duras lo que vendes. Hemos llegado a un punto en el que resulta raro que un diseñador se mantenga al frente de una marca durante un largo período de tiempo. En este contexto tan frenético, ¿quién garantiza a un diseñador, por mucha reputación que tenga, que su marca se mantendrá viva en dos años?
«Mantener una marca no es fácil: hoy día, la moda se ha transformado más que nunca en un negocio en el que la creatividad y la artesanía quedan en un segundo plano y, sencillamente, duras lo que vendes»
Por otra parte, el dilema de la propiedad de la marca es un factor importante que impulsa a algunos diseñadores reputados a mantenerse trabajando bajo una marca ya creada. Las empresas muchas veces se pierden a causa de las imitaciones y la propiedad incorrecta de una marca registrada, algo que puede llevar a coartar la capacidad de un diseñador para comerciar en ciertos territorios bajo su marca.
También hay que tener en cuenta que no todos los diseñadores aspiran a tener su propia firma homónima. Puede parecer el sueño de todo estudiante de moda, pero lo cierto es que muchos creativos no aspiran a tener su propio imperio, sino a gestionar el diseño creativo dentro de uno con unas condiciones favorables y sin tomar grandes riesgos a nivel personal. Alessandro Michele (Gucci) y Demna Gvasalia (Balenciaga, Vetements) fueron sacados de la oscuridad por sus puestos en grandes firmas, y actualmente están disfrutando de un éxito espectacular.
Aunque parece difícil, en el mundo de la moda debemos ser conscientes de que la idea no es empezar un negocio porque quieres diseñar, sino empezar un negocio porque sencillamente quieres tener tu propia empresa. La clave del éxito no siempre está en poseer y administrar tu propia marca.
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