La primavera está llenándolo todo de flores, convirtiendo los desfiles en campos de lavanda sobre los que están proliferando infinidad de diseños inspirados en la grandeza selvática. Un movimiento estético que emerge en armonía estacional, erigiéndose como una tendencia global de nombre «corsagecore».
Los diseñadores están embelleciendo así sus diseños a través de distintos apliques de rosas y flores que acaban brotando en forma de nuevas siluetas. Anturios, camelias o claveles se enredan ahora en la moda, y se envuelven de ese romanticismo que se ha trasladado tanto a la pasarela como al streetstyle.
El corsagecore, o brazalete de flores, que germinó en el siglo XIX como un elemento decorativo, se popularizó en los bailes de graduación y/o en las citas de los años 50 en las que los adolescentes llevaban flores como una especie de homenaje a sus novios/as. Aunque si hubo alguien que realmente convirtió este elemento en un objeto de culto esa fue Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York.
LA INVASIÓN DE LAS FLORES
Ahora, TikTok, como prescriptor de tendencias de nuestra era, canaliza de manera digital esta estética que se ha visto reflejada en la vida real a través de la pasarela. Desde los anturios de Loewe hasta las camelias de Chanel, las flores brotan en todos los colores y formas para adaptarse a la alta costura, como pudimos ver en los trajes de vichy de Acne Studios con múltiples flores adheridas.
Dentro de este imaginario visual, marcas como Blumarine interpretaron la tendencia romántica a través de apliques tridimensionales que trasladaron a sus siluetas. Toda una representación material encumbrada en SS23 en forma de broches o esculpida como chockers que envuelven los cuellos de insiders de la moda como Bella Hadid, así como los corsés o los vestidos de iconos como Zendaya, que acudió a los SAG Awards enfundada en un look rosa con cascadas de rosas de Valentino.
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