En Estados Unidos, la idea de «perfección» estética cambia radicalmente según el lugar. En la costa oeste, el ideal angelino pasa por rasgos marcados y maquillaje sofisticado; en zonas como Utah, triunfa un aire playero con ondas suaves y piel tostada. Estas diferencias han dado pie en TikTok a un reto donde los usuarios reinterpretan el «10» de cada estado con su propio estilo de peinado y maquillaje.
La dinámica es sencilla. Con el audio de Candy de Foxy Brown, el vídeo empieza sin maquillaje y, con un cambio de plano, aparece el look final inspirado en la estética típica de un estado concreto. Para algunos creadores es una excusa perfecta para probar técnicas nuevas o recrear estilos locales; para otros, es el inicio de una avalancha de comentarios crueles sobre su físico.
Y es que, aunque la tendencia no busca reforzar ni cuestionar directamente los cánones de belleza, en la práctica se ha convertido en una invitación abierta para que desconocidos opinen sobre el atractivo de quien está detrás de la cámara. Otros críticos señalan que muchos de estos looks no representan a todo el mundo y que responden solo a una fracción muy concreta de la población.
La fama de TikTok como terreno hostil para la autoestima no es nueva. Este formato ha servido para que perfiles anónimos vuelvan a repartir odio gratuito y «consejos» sobre cómo agradar a los hombres.
Como suele ocurrir con las tendencias virales, el sentido inicial se diluye cuando los vídeos llegan más allá de la audiencia prevista. Así, autoproclamarse con esta tendencia como un «10» —sea en clave de humor o de estética— se ha convertido en una declaración polémica, fácil de desmontar para los trolls de siempre.
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