Los condones, esos aliados eternos del sexo seguro, están perdiendo su lugar. Antes los veías en cada esquina: farmacias, supermercados, máquinas expendedoras, el cajón de tu compañero de piso, incluso en el baño de una discoteca. Sin embargo, la OMS acaba de lanzar un informe que revela que el uso de preservativos entre los jóvenes ha caído drásticamente del 70% al 61% entre 2014 y 2022. Y no es solo un número, es una señal de alarma que va de la mano con el aumento de las enfermedades de transmisión sexual (ETS) a nivel global.
En Estados Unidos, la sífilis ha alcanzado niveles de epidemia –sí, la misma que casi paraliza la industria porno–, mientras que en Noruega, la clamidia es tan común que un anuncio de 7Eleven se atrevió a bautizar al país como «La Tierra de la Clamidia». Y lo peor: un tercio de los adolescentes encuestados ni siquiera se molesta en usar algún tipo de anticonceptivo, ni condones ni pastillas.
Ya sabíamos que la Gen Z es la generación menos sexualmente activa, pero ahora también parece ser la menos preparada para cuando decide hacerlo. La raíz del problema: una educación sexual que brilla por su ausencia. Y no, no es cuestión de edad; es un tema de acceso y conocimiento. Según la UNESCO, el 71% de los jóvenes de entre 15 y 24 años buscan educación sexual en Internet.
A pesar de todo, los condones han logrado hacerse un hueco en la cultura pop. Ahí está la colaboración Durex x Diesel en el desfile FW23, como prueba de que el preservativo todavía puede ser cool. Pero la realidad es que siguen cayendo en desgracia, y muchos lo justifican por la supuesta “incomodidad” que causan. Sin embargo, cuando pones en la balanza un par de segundos de malestar frente a las consecuencias –un embarazo no planeado o una ETS que te deje marcado–, esa excusa se queda bastante corta. ¿Verdad?
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