La corriente motomami lo ha bañado todo: desde los looks de su promotora (o remaker) Rosalía, Kim Kardashian o Hailey Bieber, hasta los diseños de Chanel o Balmain. Con los motores del biker–core a mil revoluciones, sólo le podemos augurar un largo recorrido a esta tendencia.
El nuevo disco de Rosalía supuso un antes y un después. Tanto para la música como para la moda. Y es que, consiguieron que tanto en sus sonidos como en sus visuales no se detuviera nunca la vibración del motor.
Desde la portada de «Motomami«, en la que la cantante aparece desnuda con un casco, hasta sus outfits para eventos promocionales y/o de ocio como la Met Gala. De repente, todo su universo se vió envuelto por la estética motera: botas hasta el muslo, monos de piloto o bikers oversize. Un estilo que firmas como Chanel, Balenciaga o Alexander McQueen acabaron reinterpretando y subiendo al estrado de la pasarela.
LA GÉNESIS
Esta estética o estilo nicho inició su recorrido en 1928, cuando el fabricante estadounidense Schott NYC creó una chaqueta de cuero con cremallera lateral que pasó a formar parte de la historia de la moda y del fondo de armario colectivo. Desde moteros hasta rockeros parecían uniformarse con este tipo de piezas que más tarde estrellas del cine de posguerra como Marlon Brando proyectarían en la gran pantalla.
Yves Saint Laurent también quiso reinterpretar la icónica pieza motera en los 60 para Dior. Desde entonces, otros diseñadores como Vivienne Westwood o Jean Paul Gaultier siguieron construyendo su imaginario estilístico.
Ahora, el biker-core en versión vanguardista, se subcategoriza a raíz de dos vertientes: la pop, inspirada en los 2000 y el anime o manga japonés como Akira. Un concepto que ilustró recientemente Diesel en diseños como cazadoras de moto o minifaldas con cinturón con cuissardes. Por otro lado, se establece una segunda que reinterpreta esos códigos clásicos mediante la evasión y el romanticismo en el núcleo, como los de Simone Rocha que fusionaban esos patrones con perlas y tul.
Otras firmas como Balmain o Dior exploraron asimismo esta corriente estética, interseccionando la moda con la tecnología. De esta forma, Maria Grazia Chiuri colaboró con D-Air Lab, una empresa especializada en tecnología de seguridad, para crear una serie de catsuits, chaquetas combinadas con guantes de ópera o vestidos vaporosos.
LA MODA Y EL CINE
Todo este imaginario visual vinculado a la subcultura del motor traspasó asimismo la pantalla con referentes como Pamela Anderson en Barb Wire. Por no hablar de Angelina Jolie en Tomb Raider y esos looks poderosos que ahora recupera el cine a través de personajes como Zoë Kravitz en Batman.
Ese boom de la moto-manía en los años 50 se actualiza así gracias a todas esas firmas y prescriptoras de la moda como Bella Hadid que reconstruyen ese universo estético fusionándolo con elementos Y2K. Un trayecto en el que han revolucionado la moda y el streetystle con sus mejores versiones de la tendencia Motomami.
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