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Cómo los diseñadores están explorando el arte del desnudo

A través de las propuestas de SS23 hemos podido ver como el diseño está explorando, ahora más que nunca, el arte del desnudo.

La moda podría concebirse a través del acto de vestirse, pero también de desnudarse. Ya sea como una acción vanidosa como de rebelión, las propuestas para SS23 han puesto el foco en ese estado semi-vestido, que deja entrever los cuerpos a través de tejidos diáfanos o de técnicas que danzan entre las asimetrías y la deconstrucción. Un enfoque desordenado de la vestimenta que está ganando adeptos para la próxima temporada: desde Prada hasta Ludovic de Saint Sernin, podemos ver como el diseño está explorando, ahora más que nunca, la subversión que proyecta el arte del desnudo.

La idea que subyace de esta nueva tendencia podría evocar una especie de reivindicación del derecho de la mujer a desafiar las expectativas correctivas, o simplemente reducirse a una estética. Sea como fuere, dentro del marco de SS23 han abundado una serie de parámetros vinculados: los cortes estratégicos, la elevación de la ropa interior y la yuxtaposición de esas telas diáfanas que cubren a la vez que revelan.

LA LIBERACIÓN DEL CUERPO FEMENINO

Coperni, como marca de culto contemporánea, se hizo notar a través de este concepto con el que desplegó sobre la pasarela infinidad de vestidos asimétricos compuestos por tiras verticales deslizadas sensualmente. Esa “estética del descuido” o ese enfoque desordenado podía verse reflejado asimismo en sus faldas de talle bajo, adaptadas a las camisas como si se ataran a la cintura de forma casual, así como en sus románticas camisolas prendidas en diagonal sobre el cuerpo.

El romanticismo de Cecilie Bahnsen, reconocido por sus siluetas vaporosas y volátiles, se vio alterado por obra de la diseñadora homónima de Copenhague a través de la incursión en los vestidos babydoll de corte recargado, sobre camisas finas y brillantes.

Otras propuestas icónicas como la de Victoria Beckham experimentaron de igual forma con ese aire despreocupado o rebelde, vistiendo a sus modelos despeinadas, con vestidos compuestos por cintas enrolladas alrededor del cuerpo, y cosidas al azar con sujetadores expuestos de manera íntima pero intencionada.

Elena Vélez, la diseñadora de Wisconsin conocida por sintetizar en una misma narrativa la metalistería con el lenguaje de la alta costura, se inclinó por una energía más dura, de “resistencia”. Esa visión guerrera llevó a las modelos a asaltar la pasarela con tacones llenos de barro y con corpiños confeccionados con lino y algodón en bruto. Un universo en el que las tiras se concebían a modo de vendas y los cordones elásticos se entrelazaban en vestidos escasos.

La glorificación del cuerpo humano y la fascinación por explorar sus límites o capacidades está llevando así a los diseñadores a experimentar con el acto del desnudo, alejándose de su sensualidad arraigada y simplista, para introducir una nueva versión basada en la resiliencia y la liberación.

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