Su mullet despeinado y desteñido, su maquillaje y ropa extravagante y su carisma son únicos. Pero si hay algo que caracteriza a Dani Miller es su sonrisa, hoy su mayor seña de identidad. La campaña de Gucci en 2019 supuso un antes y un después no solo en su carrera, sino también a nivel personal.
Ver que su sonrisa imperfecta, objeto de burla de pequeña, era celebrada por una marca internacional y por tantas personas en todo el planeta, fue un momento de crecimiento personal y auto-aceptación muy importante para la artista. Pero antes de su idilio con Gucci, Miller llevaba años en la escena punk garagera de Nueva York desafiando la noción homogénea de belleza.
Originaria de California y neoyorquina adoptiva desde joven, entre su recorrido vital constan haber dejado a los veintipocos años las drogas o haber trabajado para el director de cine Darren Aronofsky (Réquiem por un sueño, El Cisne Negro o Noah). También explica que en algún momento de sus 21 años se vio en la necesidad de juntar una banda para tocar en el evento de un amigo. Esa noche descubrió que la adrenalina y catarsis que le proporcionaba el directo es a lo que quería dedicarse el resto de su vida. Y así nació Surfbort, grupo de punk rock garagero que lidera y que recibe su nombre no tanto del hecho de que sus integrantes practiquen surf, sino del término que acuñó Beyoncé en la canción Drunk In Love describiendo una postura sexual “I fill the tub up halfway, then riding with my surfboard”.
Como el nombre del grupo y como la propia cantante, Surfbort es irreverente e iconoclasta. Sus letras hablan sobre las relaciones o la cotidianidad de la vida, entre las que destacan Hippie Vomit Inhaler, High Anxiety o Pretty Little fucker. Pero también abundan los temas politizados, abiertamente en contra del gobierno republicano y de las políticas actuales. En esta línea, en el videoclip Trash la cantante vomita sobre un televisor con la imagen de Donald Trump. Buen tema.
Su irreverencia y directos explosivos ya les habían llevado a firmar con Julian Casablancas (líder de The Strokes) en su faceta de productor, o a girar junto a grupos como Black Lips. Pero trascender más allá de las fronteras de la música llegó en 2019, cuando la fichó Alessandro Michele.
Lo que le enamoró de Miller fue tanto su sonrisa, hoy impresa en revistas, marquesinas y muros de edificios, como su carisma y libertad con la que se desenvuelve arriba y abajo del escenario. El Gucci de Michele es ecléctico, dinamita el glamour canónico y rompe con los estándares de belleza a través de la naturalidad y la individualidad. Casi como todo lo que representa Miller. (Por cierto, hace poco repasábamos la revolución que está suponiendo el italiano Alessandro Michele para Gucci en particular y para la moda en general en este artículo).
En cuestión de un año hemos visto a Miller en la campaña Pre-Fall 2019 junto a Amy Taylor, del también grupo de punk australiano Amyl & The Sniffers. En la misma línea que Miller, Taylor protagoniza una campaña de Gucci e igual toca en el Primavera frente a miles que en un garito autogestionado frente a cuarenta personas. Los dos mundos pueden coexistir aparentemente.
El boom definitivo llegó con la presentación de Gucci Beauty en mayo de 2019. La campaña de la nueva línea de pintalabios ponía énfasis en la belleza natural, con un catálogo de sonrisas muy diversas, entre la que destacaba, oh sorpresa, la de Miller. Verdaderamente disruptiva y rompedora, la viralidad en redes sociales e interés de la prensa fueron muestra de que la balanza entre buenas y malas críticas era positiva.
La firma italiana repitió y presentó en mayo de 2020 covid mediante una nueva línea de máscaras de pestañas, bajo el mismo lema y también fotografiada por la lente cargada de realismo contemporáneo y costumbrista de Martin Parr.
Su papel de agitadora y musa es innegable, pero muchos se plantean lo antisistema que puede llegar a ser una banda de punk que colabora con una marca de lujo internacional. La cantante argumenta que “Gucci empodera a las personas y reinvierte en las comunidades. No creo que estar involucrada en este proyecto sea incoherente con ir contra del sistema. Surfbort se seguirá oponiendo a los republicanos blancos y corruptos y a los codiciosos líderes del mundo que crean más sufrimiento para la humanidad”.
En cualquier caso, es lo suficientemente antisistema como para levantar aluviones de críticas negativas en las redes sociales y de romper con el status quo de la industria de la belleza. Tienen mi aprobado. En un panorama sobresaturado y homogéneo de Kaia Gerbers, Jenners y Hadids, personajes como Miller son un soplo de aire fresco súper necesario.
–
#mustfollow: Dani Miller – @alienzarereal
Sigue toda la información de HIGHXTAR desde Facebook, Twitter o Instagram
Podría interesarte…