El movimiento de nostalgia e infatilización del sector ha derivado en que la alta costura también haya querido entrar en ese juego de querer vestirse como niños siendo adultos. El DIY en el núcleo creativo y la joyería como una de sus vertientes. Desde las versiones high end hasta la esfera low cost: hablamos de esta tendencia clave en la era pandémica.
El dúo de Miuccia Prada y Raf ya reforzaba esta trend en su última entrega, cuando desplegaba peleles de bebé a rayas para adultos en la pasarela. Aunque el origen se remonta al año pasado, cuando Tyler The Creator lució en la alfombra roja unas Mary Janes, el calzado favorito de las colegialas a nivel global. Además, se marcaba la combinación completa con calcetines blancos, que llevó a que firmas como Gucci, Loewe o Fendi aportasen su propia visión a la industria.
Si a eso le sumamos el que personalidades como Bella Hadid o A$AP Rocky hayan presumido de llevar joyas hechas por ellos mismos y por marcas poco conocidas como *EVAE+, el resultado es: casas de alta costura viendo una oportunidad de negocio infinita, y creando iteraciones que sustituyesen un nombre propio por un BALENCIAGA.
Este universo estético, que jugó un papel clave en el estilo adolescente de los noventa, también quiso ser habitado por Bottega Veneta. La firma potenciaba así la moda infantil a través del segundo número de su revista digital, en el que Travis Scott aparecía con un collar nostálgico de la firma. ¿Su precio? $3.400.
Más allá de entrar en el debate de cómo las casas de lujo dan ese giro costoso a artículos cotidianos, o de cómo un collar de un euro pueda revalorizarse a esa cifra, queda claro lo siguiente: las joyas en colores vibrantes, con nombres y abalorios se han disparado en la escena, reforzando esa tendencia infantil y artesanal que ha bañado la moda latente.
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