En una era ultra-digital en la que la verdad y la realidad se cuestionan cada segundo, se han llevado a cabo estudios que indican que la burbuja de Instagram que genera influencers inexistentes está apunto de estallar. Analizamos esta issue del primer mundo.
Las últimas news que nos llegan dictan que Instagram decide ocultar el número de likes hasta en 7 países diferentes: Canadá, Australia, Japón, Italia, Nueva Zelanda, Brasil e Irlanda. ‘Queremos que tus amigos se centren en las fotos y vídeos que compartes, no en cuántos ‘me gusta’ tienen. Aún así, puedes seguir viendo tus propios likes tocando la lista de personas a las que les ha gustado, pero tus amigos no podrán ver cuántos ‘me gusta’ has tenido en el post’, declaraba instagram en un comunicado de Twitter.
Y es que, la plataforma de Mark Zuckerberg: una catársis de amor y odio que promueve la expresión artística, pero que a su vez prohíbe libertades y genera ansiedad social, ha estado en el punto de mira durante los últimos meses. La opción de compra de bots que generan seguidores, likes y comentarios falsos ha propiciado a que se cree una realidad paralela negativa para la salud mental. En ella, el ‘me gusta’ se convierte en una droga que provoca alegría / éxtasis y decepción / infelicidad de manera reiterativa, cosa que lleva a un bucle de inestabilidad constante.
POST-TRUTH REALITY
Las firmas y los publicistas están empezando a cambiar su parámetro para la búsqueda de influencers, y las variables que se tienen en cuenta para identificarlos ya no suelen marcarse por el número de likes, si no por el engagement rate (tasa de seguidores reales, comprometidos). Aún así, los resultados se siguen hackeando para crear esa influencia irreal, como posiblemente seguirá pasando a pesar de que se elimine el número de likes. La burbuja sigue creciendo.
Y es que, muchos de los contratos con influencers en la industria siguen dependiendo de su número de followers, que pueden llegar a conseguir 300k dólares por post como la crew Kardashian. Pero más allá de esa influencia real, los datos marcados a través de una encuesta realizada por Roberto Cavazos, profesor y economista de la Universidad de Baltimore, dan como resultado que de 10.000 personas influyentes el 25% de los seguidores eran fake.
Otro estudio en el que se interrogó a 800 agencias de marketing y marcas dio como resultado que dos tercios de ellas habían trabajado con influencers con seguidores falsos. Y aunque sepamos que Instagram intenta luchar contra las cuentas falsas, generando purgas diarias, el nivel de actuación y hackeamiento es tan elevado que incluso existen máquinas expendedoras en Rusia que venden ‘me gustas’ en IG. De hecho, las firmas y los anunciantes siguen cayendo en la red de esta falsa realidad, cazando a influencers que sustentan su poder social en la compra de seguidores.
BLIND ADVERTS
Si ponemos el foco en la publicidad, no en todos los países se rige la misma política. Pues en EEUU y UK ya es obligatorio detallar cada anuncio a través de tags como #ad o #sponsored que marcan que el contenido tiene una finalidad comercial. En España, la Asociación Española de Anunciantes y Autocontrol está regulando el caso a través de un código de conducta sobre el uso de influencers en la publicidad.
Así, el fraude de los infuencers sigue en aumento, ya que los estudios marcan que el 50% del compromiso con el contenido patrocinado sea probablemente falso. Por lo tanto, solo un 4% de los usuarios creen que lo que publican los influencers es real, según un estudio global Wave X de UM. La mentira llega tan lejos, que tienen que publicar anuncios inventados para hacer creer a las marcas que poseen relevancia y repercusión social, que tienen un background de ello, y ser contratados para algún anuncio o proyecto futuro.
Tras cambios (no muy bien recibidos) en los algoritmos de Instagram y la pérdida de confianza en una plataforma que cada vez tiene menos credibilidad, aquellos influencers que no tienen nada que influenciar están empezando a perder el juego virtual. Aún así, no sabemos si el fraude de los influencers seguirá patente, si cambiará el hype a otra red social o morirá de manera definitiva, pero lo que sí sabemos es que el mercado se está redirigiendo hacia el sector de micro-influencers para promover productos a audiencias especializadas, y que del agujero de la post-verdad es muy difícil salir.
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