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El templo de cristal de Grace Wardlaw

Grace Wardlaw ha construido todo un universo cristalizado que comprende desde uñas y pestañas hasta juguetes sexuales.

Grace Wardlaw ha construido todo un universo cristalizado que comprende desde uñas, collares y pestañas hasta juguetes sexuales. Piezas de cristal que incluso esculpe a medida para artistas icónicos como Rosalía, Arca o Björk, tratándose de una de las máximas exponentes de este arte experimental.

Desde que Wardlaw empezase a colaborar con la nail artist de Los Ángeles Sojin Oh, creando piezas de cristal para Rosalía y Eilish y Lil Nas X, Grimes, Bjork y Arca, el enfoque de su práctica del soplado de vidrio no ha dejado de expandirse. Además, su obra se sincroniza con una época en la que el cristal está teniendo su gran momento en la industria de la moda, como pudimos ver a través de la magnitud de la versión de vidrio del Coperni creada por la marca neoyorquina de cristalería Heven.

CRISTALIZANDO UNA ESTÉTICA

Wardlaw se introdujo en el mundo del vidrio desde pequeña, fascinada por ese proceso en el que las llamas del fuego funden el vidrio. Tras estudiar arte en la universidad, se asoció con su amiga Claire Anderson para crear una empresa de juguetes sexuales de cristal diseñados y solapados a mano denominada Peace Lily Toys.

Sus piezas eróticas se erigen como obras de arte que poder exhibir en estanterías cuando no se usen para dar placer. En este sentido, incluso han creado una gama de tapones para el trasero que sirven de floreros.

La artista con sede en Canadá, ha ido desde entonces cristalizando su estética en el imaginario colectivo. Un acto con el que diluye su mundo interior, materializando artículos con los que embelleció asimismo las manos de Rosalía y Billie Eilish para su videoclip Lo Vas A Olvidar, las cuales aparecían con las uñas iluminadas sobre un plano oscuro.

A día de hoy, G.W sigue creando todo tipo de esculturas ponibles como pestañas, delicados adornos faciales, flores, collares de gargantilla o coronas de espinas inspiradas en la colección de 1996 de McQueen. Ha construido así un templo en el que incluso cristaliza lágrimas o apliques transhumanistas que suponen una vía de escape surrealista de la realidad tal y como la conocemos. Dejemos que la fantasía nos envuelva.

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