El boom de las colaboraciones entre la moda de lujo y el fast fashion acabó de explotar a finales del año pasado, dejando atrás un archivo sobresaturado de creaciones entre firmas como Fila y Fendi, Gucci x The North Face o adidas x Prada. A lo largo del 2022, se ha proyectado un nuevo paradigma colaborativo de moda independiente: una nueva generación en la que se unen las marcas fast fashion y/o sportswear con una serie de diseñadores independientes para volver a subvertir el sistema.
En este nuevo universo colaborativo, emergen nuevos lenguajes visuales y estéticos en los que la moda, más allá de despojarse de su atmósfera elitista, pone de relieve una vez más su infinita capacidad de reinvención. Si las uniones creativas que mencionábamos con anterioridad -que basaban su fusión en la suma de logos y éxitos comerciales- ya han caído en la obsolescencia y en la carencia creativa, ahora se abren paso las colaboraciones entre las marcas de moda rápida con influencia internacional y los diseñadores o marcas nicho desconocidas para la gran mayoría.
Durante estos últimos meses, ha sido sorprendente ver cómo se materializaban un sinfín de colaboraciones totalmente inesperadas, con códigos e identidades incluso contrariadas: desde el caso de Puma x Palomo, Uniqlo x Helmut Lang, Zara x Studio Nicholson o RAL7000STUDIO x Bershka. La pregunta que puede extraerse de aquí es: ¿pueden realmente funcionar (y acoplarse) este tipo de conexiones en la moda?
¿PUEDEN COEXISTIR SUS LENGUAJES?
La reacción colectiva por parte de la crítica de la moda y de los usuarios activos de todas estas marcas podría decirse que orbitó entre sentimientos encontrados como la fascinación y la incomprensión. En este segundo caso, el sentimiento podría vincularse al hecho de que una marca independiente como Studio Nicholson colabore con una como Zara, con compromisos y valores sostenibles totalmente opuestos.
Sin embargo, la unión creativa entre Palomo y Puma, con la que celebraban la autoexpresión y la fluidez de género, fue aclamada al entenderse el mensaje y la fusión de ADNS entre la marca de deporte de culto y su tecnología, y el diseño elevado y la confección magistral de Palomo; quien inyectó la extravagancia en un campo del diseño inexplorado hasta el momento.
La colaboración entre Fila y Haider Ackermann provocó asimismo cierta confusión, al tratarse de marcas sin ningún tipo de conexión aparente, y con discordancia estética. Porque, ¿qué es lo que puede verdaderamente unir estos mundos antagónicos en valores y en esencia? Más allá de intentar responder a esa pregunta desde el desconocimiento, lo que sí podríamos afirmar es la gran oportunidad que supone este tipo de colaboraciones para las marcas independientes cuyos márgenes no operan más allá de la esfera del lujo, y ahora se abren a una nueva exposición mediática.
Paralelamente, para las marcas fast fashion el hecho de colaborar con una marca nicho les ofrece la activación de esa autenticidad de la que muchas veces carecen, al estar sumidos en un sistema de algoritmos dictado por las tendencias de la temporada. Quizás, en este sentido, sea mucho mejor que todos esos gigantes comerciales globales se asocien con diseñadores independientes, en lugar de replicar y robar sus diseños.
Al fin y al cabo, el efecto general de esta nueva oleada de colaboraciones indie parece haber sido positivo: por sus diseños desarrollados con una reflexión detrás, por su calidad superior y expresión identitaria. Además, la unión de sus narrativas favorece a las marcas nicho a través de la expansión de sus círculos del lujo para llegar al corazón de la moda universal.
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