Meryll Rogge reflexiona sobre nuestra tensa relación con el tiempo en su nueva colección Primavera/Verano 2024.
En una propuesta donde la velocidad de la vida se entrelaza con el anhelo de permanecer inmóvil, Rogge captura la esencia de los días de inactividad enredados en la frenética vorágine de la existencia humana, rescatando destellos de una época pasada donde el desenfreno alimentaba numerosas fantasías.
Con reminiscencias de un armario concebido por un trotamundos que ha perdido su equipaje, la propuesta refleja zonas horarias y escenarios climáticos diversos, dando origen a un estilo espontáneo compuesto por siluetas incongruentes y sofisticadas. Conjuntar prendas, ya sea por elección consciente o por el simple deleite de la moda, se convierte en el medio para emprender un viaje, ya sea en las realidades cotidianas o a lo largo de itinerarios de larga distancia.
La conexión entre pasado, presente y futuro adopta diversas formas, desde estampados y cortes tardíos hasta la evocación de la nostalgia a través de prendas deportivas. Piezas icónicas de la indumentaria británica, como las gabardinas y blusas, coexisten armoniosamente con faldas de lápiz de satén arrugadas. Los cinturones de cuero, atados con libertad alrededor de la cintura, dan forma a prendas masculinas de gran tamaño, transformándolas en piezas distintivas y confeccionadas de manera única. Bufandas que serpentean sobre escotes y bustos, amalgamándose con la prenda en sí.
Un armario atemporal rescatado de un montón de piezas perdidas y redescubiertas. Ropas de trabajo robustas y estampados florales se llevan como reliquias recién amadas, con el aura de lo hecho a mano impreso en cada fibra. La lana de doble cara, ensamblada meticulosamente en abrigos y chaquetas, narra historias de dedicación y artesanía. Las proporciones de las camisas de popelina de hombres, despojadas y sólidas, se construyen ligeramente fuera de los cánones tradicionales, ofreciendo una oportunidad para revisitar el ritual de la ropa de oficina con variaciones sutiles y deconstrucciones conscientes.
En un vaivén entre la premura y la decisión de bajar el ritmo vital, la ropa de lo nuevo de Meryll Rogge no pasa desapercibida, y celebra la cotidianidad con la emoción propia de una nueva aventura. Las siluetas de cisne que se deslizan a través de camisetas impresas y vestidos de noche son un recordatorio de nuestra capacidad de flotar y detenernos, desafiando la implacable marcha del tiempo. Un espectáculo lento que invita a reflexionar sobre la belleza que se encuentra entre la prisa y la pausa.
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