Conocida como la ‘droga zombie’, esta sustancia psicoactiva sintética está causando una crisis en la salud pública con la muerte a decenas de miles de estadounidenses cada año.
El fentanilo es un opioide sintético desarrollado en los años 50 en Bélgica para reducir los dolores con un efecto 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades señalan que hay dos tipos de fentanilo, el farmacéutico, recetado por especialistas para tratar dolores intensos en pacientes con cáncer o después de cirugías, y el que se fabrica ilegalmente para su consumo como droga, tanto en líquido como en polvo o pastilla.
Esta sustancia actúa sobre los receptores del cerebro, provocando efectos analgésicos y eufóricos, de ahí que su utilidad para tratar el dolor intenso. Así pues, el fentanilo provoca aletargamiento, sedación, desentendimiento y una sensación de bienestar entre aquellas personas que la consuman de forma diaria. Los consumidores llegan incluso a perder el control de su cuerpo, no pudiéndose mover del lugar durante la hora en la que están bajo el efecto de esta droga. Por eso, se conoce como la ‘droga zombie’.
Pero, ¿por qué este auge ahora?
La crisis del fentanilo ha tenido tres olas en los últimos 30 años. La primera comenzó cuando las grandes farmacéuticas empujaron para que se recetaran analgésicos indiscriminadamente y con anuencia de las autoridades sanitarias. Desde finales de los noventa y principios de los 2000, las recetas médicas fueron la puerta de entrada para que miles de pacientes con padecimientos crónicos desarrollaran una adicción a drogas sintéticas como la oxicodona, conocida Oxycontin, un fármaco que acababa con el dolor y no enganchaba. O eso dijeron.
La segunda ola fue una década después y estuvo marcada por una demanda disparada de heroína cuando se cerraron la puerta a las prescripciones médicas y no se podía recetar fentanilo. La tercera ola, la actual, se dio cuando los carteles se dieron cuenta de la enorme oportunidad de negocio que había junto con la pandemia del coronavirus. El fentanilo revolucionó el narcotráfico por completo: se usa para cortar la cocaína, para modificar la heroína, para hacer pastillas “piratas” y para adulterar el cristal, como ha explicado Clara Fleiz, investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría.
Durante el 2020 las muertes por sobredosis superaron las 91.000, en 2021 ya eran más de 106.000 en Estados Unidos, todo por unos confinamientos que terminaron agravando la situación de adicción de muchas personas que luchaban contra ella y convirtiendo al fentanilo en una de las drogas más potentes del mundo. Y es que en 2022, provocó en torno a las tres cuartas partes de las muertes por sobredosis, que, según han anunciado las autoridades estadounidenses se espera que marquen un nuevo récord, con cerca de 110.000 bajas. Esto es: más de 2.000 por semana.
¿Cuál es la situación en España?
Es cierto que en España el número de consumidores de fentanilo es bastante inferior al de EEUU. Aun así, el 15,8% de la población española de 15 a 64 años reconoció haber tomado analgésicos opioides con o sin receta en alguna ocasión, según la Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España (EDADES) que publica anualmente el Ministerio de Sanidad. Aunque el consumo del fentanilo se ha disparado en los últimos años en España, todavía no se ha dado la voz de alarma.
Además, en España la prescripción de fármacos que contengan fentanilo solo está indicado para el tratamiento de dolor de gran intensidad oncológico en adultos y no todas las farmacias pueden dispensar estos medicamentos y las que lo hacen deben llevar un registro de pacientes y de las unidades vendidas. En todo caso, su uso como droga recreativa en España se encuentra en niveles prácticamente marginales por los controles que existen desde el sistema sanitario.
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