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El regreso de la eterna juventud

La nostalgia se proyecta en el corazón de una era en la que la estética infantil vuelven a invocar las subcuturas de los 90 y 2000.

Las nuevas generaciones continúan evadiéndose de la realidad a través de un pasado idealizado que igual nunca llegaron a experimentar. La nostalgia se proyecta en el corazón de la moda, y de una era en la que la inocencia y la estética cute e infantil vuelven a invocar las subcuturas de los 90 y 2000.

La vida parece haber reaccionado al trauma pandémico mediante el escapismo y la infantilización de diversas esferas artísticas como la moda o la música. Una corriente que se fusiona con la actual cultura del remix y del narcisismo virtual, diversificando tendencias y experimentos textiles.

La estética cursi o cute está vistiendo ahora las calles de colores brillantes, pegatinas faciales o dentales, y osos de peluche o tamagotchis como accesorios. Los hijos del FOMO ya no dudan en exhibir sus intereses por el manga o los dibujos animados en sus feeds de Instagram o de Tiktok, inundando las redes de orejas de gato o sonidos de Drain Gang para distraerse del mundo real.

EL PARAÍSO ADOLESCENTE

Si hay alguien en la industria de la moda que haya sabido elevar todos esos códigos, generando una revolución de la estética inocente e infantil, esa ha sido la línea Heaven de Marc Jacobs. La submarca propone infinidad de looks para aquellos que quieran enfundarse en las vibraciones de la eterna juventud y en la irreverencia grunge y rave de los años 90. Su cielo o edén se abre asimismo para artistas que abrazan ese enfoque kawaii como Nhozagri, con sus animales de peluche, o Steiff con sus hipnotizantes osos de dos cabezas.

Esa identidad visual de cuteness y de rebeldía adolescente atraviesa todos los aspectos de la marca, desde las campañas hasta los talents o artistas que la orbitan; como Bladee de Drain Gang. Un colectivo que ha inspirado a otros artistas como Yung Lean, impulsando esa estética naíf con garabatos de niños o gamas de peluches.

La fantasía y el hedonismo se convierten por lo tanto en las vías de escape principales del arte y de la moda inspirada en el estilo callejero radical de los niños de Harajuku de los 90. Esas referencias, unidas a la nostalgia juvenil, vuelven para conectarse en una misma corriente cultural que traspasa desde la vida real hasta la pantalla con e-girls o insiders estilizados con orejas de animales, cejas teñidas o tintes excéntricos.

Los agentes del cambio, abanderados del discurso de autoaceptación, reviven así las subculturas Y2K y escenas como la emo o clubber, proponiendo versiones alternativas de estéticas juveniles arraigadas en la sexualización.

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