El ejército de Virginie Viard desfiló en el Grand Palais de París transformado en el Monte Lee de Chanel. La diseñadora se inspiró en la cuna del cine durante su época más dorada, pero especialmente en la sofisticación de las actrices de Hollywood. Viard ya camina por sí misma. Sus creaciones atrevidas no ensombrecen la herencia aprendida que se mantienen como base fundamental de sus colecciones. El legado de Gabrielle Chanel ha florecido de nuevo junto a un matiz hollywoodiense y las pinceladas de Virginie.
La directora creativa ha homenajeado la relación centenaria de Chanel con las actrices de Hollywood del siglo XX a las que ha vestido delante y fuera de cámara. Grace Kelly, Delphine Seyring y Jeanne Moreau han sido musas de la nueva colección. Sin olvidar a Marilyn Monroe quien vestía únicamente con unas gotas de “Chanel No. 5” para dormir. Este perfume tiene mucha presencia en la temporada SS21 en sugerentes estampados. Viard no ha olvidado que la propia Gabrielle se ganó su apodo de “Coco” interpretando y cantando la canción de “Qui qu’a vu Coco?” – ¿quién ha visto a Coco? – en un café local de París.
La francesa ha tomado como referencia el exquisito estilo de estas mujeres y el vestuario de sus películas en las que vistieron los diseños de la doble C. Virginie los ha reintentado en piezas vanguardistas de 2020. Presentado el negro como el color de la elegancia suprema, tal y como lo definió la fundadora de la maison. Además, Viard ha sido realmente detallista, pues ha incorporado elementos que para la propia Chanel eran muy importantes: lazos, plumas y perlas.
Los trajes dos piezas han sido los protagonistas. Desde chaquetas con minifaldas y midi hasta bermudas de tiro alto. Las camisas blancas de cuello tortuga con volantes son un recuerdo viviente del gran Káiser Lagerfeld. El tejido tweed no puede faltar en ninguna colección de Chanel. Las prendas exteriores se han modernizado con un corte de hombro más bajo aportando un carácter relajado. Los colores vibrantes y alegres acompañan a la temporada primavera-veranos, pero el rosa, el negro y blanco ha sobresalido por encima de los demás.
Las incrustaciones de cristales y lentejuelas en prendas y cinturones han aportado una luz especial a esta propuesta tan llena de recuerdo de la historia de Chanel. El minibolso ha sido el accesorio por excelencia, aunque el Double Flag de 1998 también ha tenido su sitio. Tenemos que destacar la chaqueta de punto en rosa pálido extra grande con ribetes negros que parecían dibujados a mano, una delicia. Para la joyería Viard se ha decantado por piezas románticas que elevaban de forma exponencial los diseños. Por último, las sandalias planas y de tacón han desplazado al calzado deportivo que estábamos acostumbrados a ver en los desfiles de años anteriores de la Fashion Week de París.
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