Máxima precursora del movimiento punk en la Inglaterra de los 70, la mera existencia anti-sistema de Vivienne Westwood ha cambiado la historia, y no sólo de la moda, para siempre.
Mientras el mundo gritaba “Peace and Love,” el Londres de principios de los 70s escribía su propia revolución. Aquellos jóvenes contrarios a una sociedad británica conservadora con Margaret Thatcher como primera ministra, encontraron en la new wave la manera de subvertir el status quo. En ese caldo del cultivo, Vivienne Westwood creó sus armas para disparar contra el sistema a través de la moda.
En 1971, la diseñadora sorprendía a la sociedad londinense con una tienda que abría junto a su pareja Malcolm Mclaren, manager de los Sex Pistols. Con un enorme cartel rosa en el que se podía leer “SEX”, la tienda del 430 de King´s Road, se erigió como el epicentro del movimiento punk.
Prendas de estilo sadomasoquista, cazadoras de cuero, cadenas y camisetas con imágenes pornográficas… La tienda encarnaba el mood anti-fashion del momento y se convirtió en lugar de peregrinación para todo buen antisistema. Después cambiará de nombre, pasará a llamarse Seditionaries. Vivienne Westwood encontraría aquí la oportunidad de articular su propio lenguaje. Haciendo y deshaciendo prendas, la diseñadora creó el armario de los máximos exponentes de la escena punk del momento. Pronto, este lenguaje se convertiría en el de toda una generación liderada por los Sex Pistols.
En los 80s, Westwood asaltaría las pasarelas de Londres y París para llevar sus ideas transgresoras a otro nivel. Y el mundo de la moda se enamoró de ellas. Se convirtió en una de las mujeres más influyentes de final de siglo con sus diseños y su actitud revolucionaria. Vistiendo a Carrie Bradshaw de novia en Sex and the City y teniendo a las mejores modelos en sus filas, Westwood no ha dejado indiferente a nadie en toda su carrera.
Con su impronta y actitud, la emperatriz del punk ha sabido hacer icónico su propio ser; desde su melena naranja hasta su debilidad extraña por la reina, materializada en una camiseta de ‘God Save The Queen’, que hoy todo el mundo reconoce. Así como el estampado de tartán escocés que hizo suyo ya en la década de los 70 y que sigue presente en mayor o menor medida en el universo de la marca.
Ahora, el legado punk de Vivienne Westwood será continuado por su marido y socio creativo Andreas Kronthaler. Y una cosa es clara: el punk no habría existido sin ella.
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